ASOCIACION DE PSIQUIATRIA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C.
(PSILAC).
CAPITULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA
ASOCIACION PSIQUIATRICA MEXICANA
(VIGÉSIMA QUINTA PARTE)
En el presente, en la mayoría de ocasiones, nos hemos acostumbrado a la práctica generalizada de la consulta médica en una sola sesión, que suele durar alrededor de los 30 minutos, o un poco más o menos, según lo meticuloso que sea cada profesionista, y del tipo de examen y de especialidad del que se trate. En la mayoría de los casos, dicha sesión puede ser suficiente para elaborar un diagnóstico tentativo, el que a su vez podrá ser comprobado posteriormente con la ayuda de ciertos análisis de laboratorio, radiografías u otro tipo de apoyos de gabinete. Lo usual sin embargo, es que casi siempre el paciente reciba de inmediato alguna receta para surtir uno o varios medicamentos de acuerdo a ese diagnóstico tentativo, medicamentos que deben ser utilizados en los siguientes días, y que además van acompañados además de ciertas recomendaciones médicas específicas o generales para ser llevadas a cabo. A pesar de que este tipo de práctica médica suele tener buenos resultados, no sigue por completo el mismo estilo de lineamientos en el caso de las consultas psiquiátricas o psicológicas infantiles (o mismo en el caso de los adolescentes y los adultos), en las que se trata de valorar más a fondo los síntomas que presenta un niño o una niña, para así poder comprender mejor la índole del padecimiento hasta llegar a un diagnóstico más completo. Para empezar, y casi como una regla general, debido a la profundidad y amplitud que se busca alcanzar en lo que respecta a recabar la información adecuada, las consultas de este tipo suelen tener una duración más prolongada, que dependiendo de cada terapeuta puede requerir de 45 a 60 minutos de duración cada una. Es obvio además que una sola sesión no será suficiente para llegar a conclusiones más efectivas, sino que usualmente se necesita una serie de varias sesiones de acuerdo al problema de que se trate.
Las sesiones necesarias para valorar el padecimiento de cualquier tipo de trastorno psiquiátrico infantil, tienen que ser divididas entre los padres, el paciente y la familia en general. Generalmente, la primera consulta puede ser con los padres solos, o con los padres y el o la paciente; es decir una sesión de tipo familiar, en la que todos ellos tengan la oportunidad de plantear el o los problemas existentes, así como los diferentes puntos de vista de cada uno. Posteriormente, se requerirán varias sesiones con los padres a solas para obtener una detallada historia clínica del paciente, es decir, una especie de biografía que se remonta al proceso de planeación, embarazo y parto, así como las características esenciales de su desarrollo desde esos momentos hasta el presente, con énfasis naturalmente en el tipo de síntomas que presenta y las preocupaciones que al respecto asaltan a los padres. Asimismo en tales sesiones, debido a los factores genéticos y hereditarios que sabemos influyen sobre un buen porcentaje de los trastornos psiquiátricos, será también muy importante obtener la información necesaria sobre los antepasados de la familia y la presencia o no de diferentes trastornos, tanto de tipo médico como psiquiátrico. A la vez, se aprovechan estas conversaciones con los padres, para conocer su relación como pareja marital, así como con sus hijos, además del tipo de educación, organización y disciplina que han implementado en su hogar, y que nos ayuda a conocer y comprender mejor el ambiente familiar en el que ha crecido el paciente. Ésos son entonces los objetivos principales de tales reuniones con los padres, considerando que ellos forman una parte muy importante del equipo de valoración y diagnóstico del paciente, y naturalmente del proceso de tratamiento que se va a derivar de un estudio tan completo y meticuloso como ése. La filosofía detrás de este tipo de valoraciones clínicas, está basada en el hecho de que debido a diferentes factores y circunstancias, que pueden ser de tipo hereditario, orgánico, psicológico, cultural o social, ya sea en forma personal, familiar o ambiental, se ha desencadenado un determinado tipo de trastorno en el niño o en la niña. Una vez comprendido tal planteamiento, se piensa que para obtener la mejoría y llevar a cabo el tratamiento de dicho padecimiento, son los padres quienes van a jugar un papel fundamental junto con el psiquiatra o el psicólogo infantil, y la ayuda y orientación que éstos les presten. Es por eso, que desde el principio se requiere de su presencia y de su colaboración, algo que afortunadamente la mayoría de padres reconocen y aceptan sin mucha resistencia, lo que naturalmente facilita el proceso y favorece los resultados a corto y a largo plazo. Sin embargo, para algunas parejas de padres les es muy difícil aceptar y tomar parte en un proceso semejante, que suelen considerar como una amenaza para su autoestima, su privacidad y su seguridad, por el tipo de información que deben compartir y que no están acostumbrados a hacerlo, aún a pesar de que se les ofrece la promesa de que se trata de información completamente confidencial, que no saldrá del consultorio. En estos casos, los padres sólo acuden a una o dos sesiones, para luego abortar el proceso, dejarlo inconcluso o buscar otro tipo de ayuda menos amenazante y que no requiera de tanto esfuerzo de su parte (Continuará).