Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

Nuestra Salud Mental / PUENTES A CRUZAR EN SAN FRANCISCO

Víctor Albores García

(Centésima parte)

Se inicia el 2006, y al igual que sucede en cada principio de ciclo, todo mundo tiene la oportunidad de jugar sus apuestas, lo mismo al negro que al colorado. Ésa es quizás la parte divertida y excitante del inicio de cualquier ciclo: la incertidumbre y la oscuridad de un futuro que se avecina, sin que sepamos lo que trae consigo, pero que sin embargo deseamos poseer y controlar, como una natural necesidad humana precisamente para superar la ansiedad que nos provoca lo desconocido. Es así como se apuestan toda clase de buenos propósitos, de sueños, ilusiones, deseos y esperanzas con las que empezamos a hacer malabarismos en nuestra mente desde finales del año, a veces vacilantes, a veces más seguros, para luego apostarlas en ese rutinario ejercicio que se lleva a cabo en la transición de una etapa a la siguiente. El juego de apuestas está a la orden del día, en todos los estilos y colores, con mayor o menor esfuerzo, pero siempre con la feliz expectativa de que se cumplirán nuestros objetivos y se llenarán nuestras necesidades.

Sin embargo, para tantas personas, los juegos de azar y las apuestas no se limitan a la búsqueda de objetivos de año nuevo para llenar propósitos y satisfacciones básicas. Para ellos y ellas tienen más bien un sabor, una imagen y un significado muy diferentes, de manera que cobran una atracción y una intensidad de tal vehemencia e importancia, que los convierte casi en experiencias de vida o muerte, en verdaderas pasiones que los arrastra e inclusive los obliga a llevar a cabo cualquier tipo de acciones, maquinaciones y sacrificios sin importar los límites o la distancia. En un momento dado, todo lo demás puede pasar a niveles secundarios, puede desvanecerse e inclusive perderse y hasta desaparecer, en esa cierta nebulosidad que les impide mirar con claridad la realidad a su alrededor, ya que para ellos, la realidad radica y se enfoca exclusivamente en la emoción y la excitación del juego, como un ejercicio y una experiencia única, vital e imprescindible. El disfrutarlo como una simple afición o como un juego pasajero y una diversión transitoria se distorsiona, para convertirse entonces en una pasión incontenible, excesiva, abrumadora y compulsiva bajo las presiones incontrolables de la codicia, la ambición, la sensación de poder y la contradictoria mezcla entre la frustración de perder y la constante esperanza del triunfo. Bajo tales presiones pasionales, las prioridades cambian, se dispersan y surgen como si se tratara de una sola, el juego y las apuestas por sí mismas percibidas entonces como la prioridad número uno y el objetivo principal de vida. Al igual que las pasiones por beber, por comer, por usar drogas o por comprar, que se mencionaron la semana pasada, la pasión por los juegos de azar también puede alcanzar grados enfermizos de tipo obsesivo-compulsivo en aquellos individuos que tienen herencia en sus historias familiares de tales trastornos, además de poseer rasgos de personalidad vulnerable.

Al igual que en tantas otras ciudades y regiones del mundo, nuestra comarca no está exenta de tales placeres, y es también un excelente mercado para las pasiones de estos hombres y mujeres. Desde siempre han existido sitios abiertos y legalizados para la práctica de tales aficiones, como sucede por ejemplo cada año en las ferias que se organizan en la región, o bajo ciertas otras circunstancias especiales y específicas. Pero igualmente han florecido las salas y los casinos clandestinos, encubiertos a veces en domicilios particulares, en clubes o en diferentes sitios improvisados designados para ello, cuya ubicación suele ser del amplio conocimiento de quienes llevan en la sangre una pasión semejante. Inclusive en la actualidad, paulatinamente, con una gran apertura y modernidad, si es que se le puede etiquetar, han empezado a brotar casinos dentro de nuestra región, en los que se hospedan afectuosa e indiscriminadamente tales pasiones en forma ilimitada. Sumamente productivos para algunos y fatales del todo para otros, estos sitios posiblemente representan las señales de la época, los ?buenos augurios?, los cambios que se están dando en nuestras ciudades. Los cambios que quizás nos empiezan a orientar sobre los planes y derroteros a seguir en el futuro, en el desarrollo y la transformación ?civilizada? que debe llevarse a cabo en una zona desértica y asoleada como ésta, que busca emparentarse con áreas semejantes en Estados Unidos, tal vez con alguna ciudad específica y muy conocida, de la que aspiramos a ser humanos o primos cercanos cuando menos. (Continuará).

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 190523

elsiglo.mx