ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA A. C. (PSILAC)
CAPÍTULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
CENTÉSIMA TERCERA PARTE
En una cultura como la nuestra, que se extiende en diversos tonos y variedades a lo largo del territorio mexicano, los adictos y apasionados al trabajo, los ?workoholics? a los que se hizo alusión la semana pasada, están completa y desafortunadamente fuera de lugar y de contexto. En México, no necesariamente se valora ese tipo de pasión que conlleva un gran esfuerzo y que está dedicada al trabajo intenso, disciplinado y constante, aún a pesar de los resultados productivos. El ingenio, la habilidad, la astucia, la agudeza y demás capacidades que sirven para improvisar diversas clases de maniobras que ayudan a evitar el trabajo o el esfuerzo, pero que traen los mismos o mejores resultados económicos y casi siempre hasta de imagen en el mercado, adquieren una cotización mucho más alta, e inclusive hasta la admiración pública. Es por ello, que los excesivos apasionados del trabajo por sí mismo, en esa intensa dependencia hacia su actividad laboral, vienen a ser vistos y considerados casi como bichos raros, como especimenes fuera de serie, que inclusive llegan a tener serias dificultades en adaptarse al ambiente en el que se desenvuelven. Así les sucede desde niños y adolescentes en las escuelas, y más tarde como adultos en el ambiente laboral. Como consecuencia, tienden a sentirse frustrados, confundidos, incomprendidos, desilusionados, marginados, o hasta manipulados, abusados y engañados, con un sufrimiento y un dolor internos importantes. Por un lado se trata de individuos sumamente eficientes y productivos en sus actividades, con grandes logros en su haber, pero que por otro lado pueden llegar a ser percibidos como inadaptados, sea en la opinión de los demás o en la propia. El resultado en un alto porcentaje de los casos, es la emigración hacia el extranjero de muchos de estos cerebros, en ambientes y culturas en las que se sientan más identificados y valorados.
En el extremo opuesto de estos apasionados del trabajo compulsivo, existen muchos otros individuos para quienes el trabajo llega a ser visualizado como una maldición divina, de la que quisieran apartarse y olvidarse, para gozar entonces de las bendiciones y los placeres de la ociosidad y del vacío, abrazados también apasionadamente. Para ellos el trabajo y el esfuerzo no tienen sentido alguno, por lo que buscan entonces una existencia simple y placentera, en cierta condicionada dependencia con otros, en la que pueden colgarse y columpiarse como si se tratara de una hamaca, sin percatarse quizás, que ese tipo de existencia representa también en sí misma un estilo de esfuerzo y de trabajo diferente. ¿Podríamos hablar entonces de esta conducta como otra variedad en la canalización de las pasiones, en la que éstas precisamente se encuentran dirigidas al ocio, a la holgazanería, a la indiferencia y a la indolencia aparentemente, puesto que la preocupación principal estaría orientada entonces hacia el cómo mantenerse en un estado semejante en forma permanente, en ese estado descrito tan gráficamente por los italianos desde hace mucho tiempo con el poético y teatral nombre del ?dolce fare niente?? Obviamente, el dinero juega un papel preponderante en el mantenimiento de una existencia semejante, sea en el caso de que el individuo o su familia lo posean en abundancia, o porque en otras circunstancias, éste ha aprendido a desarrollar la capacidad, el ingenio y las argucias que le permiten obtenerlo y depender de los demás sin esforzarse demasiado, para así proseguir con ese estilo de vida apasionadamente laxo. Sin duda alguna, se trata de un estilo que siempre ha estado de moda en la historia de la humanidad, sin importar la época, la geografía o la cultura, puesto que naturalmente irradia una serie de beneficios y de privilegios que lo hacen sumamente atractivo para todos los mortales. Es una forma de vida que reditúa para quienes lo saben desempeñar, y generalmente suele ofrecerles una buena posición en nuestra sociedad. (Continuará).
