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Nuestra Salud Mental / PUENTES A CRUZAR EN SAN FRANCISCO

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA A. C.

(PSILAC)

CAPÍTULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA

ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

CENTÉSIMA CUARTA PARTE

Entre ambos extremos pasionales, sea el de aquel personaje que trabaja con esa pasión compulsiva como única meta y actividad en la vida, al que hemos definido como ?workoholic? o adicto al trabajo en uno de los extremos, mientras que en el otro, se encuentra el individuo que por el contrario ha aprendido a desarrollar y a disfrutar de ese tórrido amorío con la ociosidad y la despreocupación, podríamos desmenuzar y clasificar toda una variedad de categorías interesantes de muy diferentes estilos en cuanto a las respectivas visiones y actitudes que se tengan del trabajo. Hay aquéllos que definitivamente lo sienten como una obligación, como una necesidad imperiosa de hacerlo para sobrevivir ante las muy variadas y apremiantes circunstancias que deben enfrentar, especialmente las presiones del orden económico. Para ellos, realmente no ha existido la posibilidad de alguna tregua o de un período de descanso que les haya permitido siquiera detenerse a pensar si quieren o no trabajar, o ni siquiera si les gusta o no lo que hacen, ya que ni siquiera han tenido o se han podido dar la oportunidad para definir o intentar escoger lo que realmente les gustaría. En estos casos, la decisión ha sido tomada automáticamente, y generalmente no por ellos, sino que las condiciones de su vida los han empujado a la situación en la que se encuentran y simplemente lo tienen que hacer, independientemente de sí están preparados o no para ello, o si es algo que les guste o no. En muchos de estos casos, las circunstancias familiares y ambientales los han obligado a empezar a trabajar desde muy jóvenes, inclusive desde su infancia, sea en cualquier tipo de actividad que sirva para apoyar la economía familiar de alguna manera, aún si es mínima. Sucede en familias muy numerosas, en las que el salario del padre no es suficiente e inclusive la madre tiene que trabajar fuera del hogar también; en familias desintegradas, en las que la mujer se queda sola a cargo de los hijos, sea madre soltera o no, por abandono, desinterés y falta de responsabilidad del padre; en situaciones en las que por enfermedad crónica, física o emocional, uno o ambos progenitores son incapaces de llenar las necesidades económicas de la familia, y por lo tanto, uno o varios de los hijos tienen que trabajar prematuramente y hacerse cargo de la situación. Igualmente acontece cuando uno o ambos progenitores mueren a edad temprana de los hijos, y éstos al quedar desprotegidos deben buscar la forma de resguardarse, luchar y ver por sí mismos.

Sin embargo, para otros individuos, la situación puede ser muy diferente, cuando gozan de un ambiente mucho más protegido y favorable, en el que las circunstancias a las que se enfrentan no son apremiantes ni los presionan de tal forma, como sucede en los casos anteriores. El ambiente en el que han nacido, crecido y en el que aún residen todavía, es el tipo de ambiente que los estimula y apoya sin importar su edad o condiciones; en el que existen mayores posibilidades y prerrogativas de espacio, de tiempo y de condiciones en general, lo que les otorga así el privilegio de poder seleccionar lo que desean y lo que les conviene, de acuerdo a su preparación, gustos, intereses y capacidades, en el momento en que ellos lo desean, sin presiones de tipo tan apremiante. No cabe duda que un ambiente semejante representa definitivamente en nuestra época, un verdadero lujo que no es accesible para todos. Como resultado de tal situación, estos individuos pueden acercarse a su trabajo con una mayor posibilidad de aceptación y gusto, con un mayor potencial para lograr disfrutarlo al sentir que se desarrollan profesional y personalmente como individuos, puesto que en ello es posible aplicar y desarrollar no sólo sus capacidades y habilidades, sino también sus intereses y rasgos de personalidad. A la larga, la compensación tiene que ver con esa sensación de plenitud y satisfacción en el desempeño de sus labores, que les permite sentirse más libres, más seguros y más ellos mismos como parte de esa búsqueda de identidad personal, de la que el trabajo viene a representar un aspecto tan fundamental en la identidad total de cada individuo. Aunque por mucho tiempo hemos estado acostumbrados a hablar del trabajo en relación a los hombres, en el mundo del presente dicho concepto incluye definitivamente a la mujer por igual, especialmente cuando ésta ha venido a formar un contingente cada vez más importante en las diversas escuelas o facultades de nuestras universidades, para llenar el campo profesional, pero igualmente a la par que sucede en muchas otras áreas de las actividades humanas, en las que también se están desarrollando y encontrando su identidad y satisfacción a la par que el hombre. Para ambos, hombres y mujeres en esta situación, la pasión hacia el trabajo está determinada precisamente por ese nivel de satisfacción, desenvolvimiento personal y encuentro consigo mismos que les ayuda a lograr esa plenitud. En ellos, aunque la compensación económica es muy importante, no necesariamente representa la prioridad número uno en su estatus pasional, ni es tampoco el único estímulo que los mueve en el desempeño de su trabajo. Este concepto puede ser mucho muy difícil de creer y de aceptar para tantas personas, en especial cuando forman parte de ese abultado conglomerado materialista y consumista de nuestros días, en el que el dinero sigue considerándose como la pasión única y la prioridad fundamental en la vida (Continuará).

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