ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C.
(PSILAC).
CAPÍTULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA
ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
CENTÉSIMA SÉPTIMA PARTE
Al hablar de las pasiones encaminadas hacia el trabajo, no se podría dejar de mencionar a otro conglomerado importante de personas, quienes definitivamente no han sido tan afortunadas como las mencionadas la semana pasada. No obstante, ellos se han involucrado automáticamente en diferentes tipos de trabajo, actividades o profesiones, y al escogerlos originalmente, la pasión les impulsó en esa dirección, al pensar y confiar que ésa sería la meta que verdaderamente deseaban o necesitaban, cuando en realidad no era tal su vocación. Desgraciadamente, y a la larga, llega un momento en que despiertan del sueño inicial para enfrentarse con la amarga realidad de que efectivamente no era eso lo que esperaban, y que su decisión los llevó por un camino equivocado. Ante tal descubrimiento, la pasión inicial puede desvanecerse para convertirse en una natural sensación de fracaso asociada a su vez a sentimientos de frustración, desilusión, enojo, tristeza e inclusive impotencia. A pesar de ello, muchos individuos tienen la capacidad de hacer a un lado sus sentimientos, congelarlos tal vez, para mantenerse en dicha posición laboral y continuar con su vida tal como está, sin cambiarla y sin que les importen tanto las consecuencias, a pesar de que en el fondo perciban una cierta amargura que les acompaña. Sin embargo, otros por el contrario, aquéllos que tienen o buscan la oportunidad para reflexionar, analizarse y revisarse a sí mismos sobre lo que les ha sucedido y lo que realmente deseaban, tienen el potencial para utilizar dicha experiencia como un trampolín de aprendizaje. Es así como pueden tomar en sus manos tal oportunidad para convertirla en una experiencia educativa, mediante la cual intentan reorientar su pasión y corregir el rumbo de acuerdo a su edad, a sus condiciones físicas y emocionales, a su vocación e intereses y a las circunstancias que enfrentan en su vida en tales momentos. Dependiendo de ello podrán aprender que no siempre es tarde para cambiar de dirección, para corregir el rumbo, ni para buscar y encontrar nuevos horizontes, hacia los cuales sea posible canalizar asimismo el verdadero sentido de su pasión por el trabajo.
En todos estos casos, es triste darse cuenta que los seres humanos tenemos diferentes tipos de intereses, aptitudes, talentos, habilidades y limitaciones, que se van desarrollando a lo largo de nuestras vidas como parte de nosotros mismos desde niños, pero que desgraciadamente en un gran porcentaje de los casos, no son explorados, descubiertos, reconocidos, valorados y mucho menos orientados adecuadamente y a tiempo. En nuestro sistema educativo, tanto en el hogar como en las escuelas, pareciera ser que la orientación vocacional se ha convertido en algo así como una materia de relleno al final del último semestre de las preparatorias, un poquito antes de que los estudiantes se despidan de esta etapa, cuando se encuentran abrumados por elegir la dirección en que desean dirigirse, ante el exceso de las presiones internas y externas. Es como si en ese último instante, se les quisiera dar un brochazo de sabiduría, o un empujón de emergencia para tomar cualquier camino, sin importar cuál. Me parece que a pesar de los años de experiencia del sistema educativo, de los altos porcentajes de deserción en las escuelas profesionales y de las tan diferentes experiencias de fracaso laboral en cualquiera de los campos, de las cuales no tenemos estadísticas, y ni siquiera nos damos cuenta en la mayoría de los casos puesto que no se publican o se oyen, el tema de la orientación vocacional parece permanecer como un tema secundario, uno que se encuentra casi escondido y en el olvido. Parece como si fuera un tema que no termina de entrar en nuestra conciencia, de manera que todavía no le podemos dar la importancia que se merece, a pesar de que anualmente, millones de adolescentes, muchachos y muchachas empiezan a inquietarse desde las secundarias o las preparatorias, para luego dirigirse ciegamente en altos porcentajes hacia cualquier dirección, movidos más por sus pasiones o por su incertidumbre e inseguridad, por los votos de amistad y de lealtad entre compañeros, por seguir a la novia o al novio, por las presiones económicas, por las necesidades familiares, por las vocaciones también fallidas de sus madres y de sus padres, o incluso de sus abuelos u otros familiares cercanos o lejanos, por ser candidatos y herederos de las tradiciones y los negocios familiares, o por tantas otras razones que pueden o no tener lógica y sentido.
Y sin embargo, caminan vacilantes y tanteando las rutas, porque en el fondo, hay una carencia importante de estudios y valoraciones específicas y a largo plazo que les ayuden a conocerse a sí mismos, precisamente en cuanto a esos intereses, aptitudes, capacidades, habilidades y limitaciones que poseen. Asimismo, se requiere de un sistema muy amplio y completo, bien organizado y estructurado, con la presencia y la actuación dinámica de maestros y guías sumamente capacitados en esas áreas, de manera que orienten y preparen adecuadamente y en forma individual a cada estudiante. Un sistema de tal magnitud debería entrar en acción desde los primeros años de vida de cada individuo en su hogar, así como en la escuela desde el jardín de niños y la primaria, y no sólo en los últimos meses de estancia en la preparatoria. Realmente, si nos ponemos a pensar seriamente, la vocación es muy parecida a la sexualidad, es una parte importante del ser humano que se va desarrollando a lo largo de la vida desde que nace. Es tan ilógico pensar que la vocación se da en el último año de la preparatoria, como ha sido ilógico y cándido el pensar que la sexualidad se inicia en la pubertad (Continuará).