ASOCIACION DE PSIQUIATRIA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C.
(PSILAC).
CAPITULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA
ASOCIACION PSIQUIATRICA MEXICANA
(CENTÉSIMA DÉCIMA PARTE)
La conexión que se da entonces a través de la unión y la participación de un público aficionado, apasionado e incluso fanático de ciertas manifestaciones como pueden ser la música, el teatro, la danza, la ópera, el cine, el baile y la literatura, con todos aquéllos que desde el escenario o la pantalla representan a los ejecutantes de tal experiencia, se convierte pues en un acto creativo. Un acto en el que definitivamente se ven involucradas las pasiones en mayor o menor intensidad, dependiendo por supuesto de la sensibilidad de los participantes de uno y otro lado. Se trata de una experiencia en el presente, en el aquí y el ahora, en un momento preciso y único, en el que llega a darse tal comunión entre el público y los artistas. Sin embargo, la creatividad ya existía previa a ese momento especial y específico, representada naturalmente por las obras de los autores, presentadas en cada una de las áreas que se han mencionado, provenientes del pasado más reciente o más remoto, pero igualmente presentes en el momento actual.
Sin embargo, existe una gran variedad de otro tipo de obras producto también de la creatividad de tantos individuos, que a pesar de la distancia en cuanto a tiempo y espacio, mantienen aún esa capacidad para dialogar con nosotros, para atraernos y transmitirnos en muy diversos estilos las pasiones que los inquietaban a ellas o a ellos. No se trata necesariamente de obras para las cuales, como en el caso de las anteriores, sea imprescindible participar en forma de grupos como un conglomerado, sino más bien de obras con las que podemos conectarnos individualmente y en un estilo mucho más íntimo y personal. Son experiencias y momentos en los que igualmente emana una radiación semejante, que puede ser captada por cada sujeto al ser lo suficientemente sensible para recibir tales pasiones, de modo que es así como también puede convertirse en un acto creativo. Con ello me refiero a la forma en que podemos relacionarnos con una pintura de tal o cual autor o estilo, lo mismo en miniaturas que en lienzos, o en frescos y murales; o con una escultura, sea diminuta o monumental; o lo mismo con una joya o una pieza de cerámica, que con una novela, un cuento o un breviario de poesías. Puede suceder frente a una casa, un edificio, un puente o cualquier otra obra de arquitectura o ingeniería que tenga el potencial de asombrarnos, de llenar nuestros sentidos y estimular así en nosotros los reflejos de tales actos pasionales y creativos.
Igualmente lo encontramos al enfrentarnos a obras tan sólidas y concretas como aquéllas que pertenecen a las innumerables manifestaciones del diseño, de la artesanía, de la mecánica, de la electrónica, de la física o la química y tantas otras áreas semejantes. Pero por otro lado, ello es también válido cuando nos acercamos a producciones más intelectuales y abstractas como podrían ser los pensamientos, las teorías y los planteamientos científicos, filosóficos o religiosos. En todos estos casos, es maravilloso pensar que a través de tales obras, nos podemos conectar con sus autores y aquellas capacidades importantes que los han caracterizado y diferenciado como seres humanos productivos, en cuanto a su inteligencia, su palabra, su ingenio, su instinto, sensibilidad, iniciativa, inspiración, curiosidad, o sus capacidades de observación, investigación, y experimentación, pero naturalmente y además, en cuanto a la forma de expresión de sus pasiones, que son todos esos rasgos que les permiten a su vez elevarse y desarrollarse como hombres y mujeres creativos. Se puede tratar de obras de individuos que aún están vivos, o que pertenecieron a épocas pasadas y murieron hace poco o mucho tiempo. Ello no importa, ya que la realidad y presencia de sus obras nos señala que son inmortales, porque perdura su espíritu, su creatividad y sus pasiones, que todavía nos asombran, nos conmueven y nos hacen vibrar junto con ellos, sacudiendo nuestra propia sensibilidad y pasiones de acuerdo a la personalidad de cada uno, en ese eterno acto creativo de la comunión de las pasiones.
¿Se podría hablar acaso de algo semejante en lo que respecta a los encuentros deportivos, al parecer cada vez más indispensables, populares, poderosos y fundamentales en todo el planeta, tanto para la estimulación y la canalización de la creatividad y de las pasiones, como quizás, aunque suene increíble, para la supervivencia del ser humano? Un partido de soccer, de tenis, de basketball, de jockey, de football americano, o un encuentro de box, de lucha libre, de artes marciales o de cualquiera de los deportes predominantes en nuestra época según las diferentes razas, preferencias y culturas alrededor del mundo, también implican en cierta forma la presencia de un acto creativo. Es verdad que en la actualidad, muchas de estas manifestaciones se han desprendido de su caballeresco espíritu inicial para ser deformadas, deterioradas e incluso convertidas en productos sumamente comerciales, manipulados y manipulables, en los que convergen patrocinadores, entrenadores, jugadores, atletas, aficionados, público y hasta los mismos apostadores que llegan a intervenir. Y sin embargo, aún a pesar de ello, es imposible negar definitivamente el potencial creativo de parte de los organizadores, de los entrenadores y especialmente de los jugadores que salen al campo a desbordar toda la intensidad de sus pasiones. Ahí también, en ese momento se lleva a cabo una comunión de pasiones, entre ellos y la afición que los espera, que los observa, que los admira, e inclusive los absorbe y los adopta para sí mismos al identificarlos como propios, a un grado tal de intensidad pasional, que llegan a fundirse como uno solo, público y atletas, en lo que definitivamente debemos aceptar como un acto de creatividad muy sui géneris, aún a pesar de que en ciertas ocasiones tanta efervescencia de pasiones pueda tornarse destructiva (Continuará).