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Nuestra Salud Mental / PUENTES A CRUZAR EN SAN FRANCISCO

Dr. Víctor Albores García

(Nonagésima novena parte)

Desgraciadamente, así es como nos damos cuenta entonces, de lo difícil que es el poder confiar en este tipo de empresas añosas, y lo fácil que es caer en los engaños, abusos y fraudes que tan sutil y candorosamente entran en nuestros hogares a través del teléfono. Al parecer, se trata de este tipo de ondas pasionales delictivas que aparentemente ni siquiera es posible controlar o detener, y mucho menos cuando se trata de monopolios completamente libres de competidores. Por lo mismo, es necesario que aprendamos a evitar y a cuidarnos de tales trampas, gracias a la revisión sumamente cuidadosa de los cargos que presenten nuestros recibos mensuales de teléfonos o de cualquier otro tipo de servicios, y reclamar de inmediato, y sin avergonzarnos cualquier detalle sospechoso de aquellos aspectos que no hemos contratado y de los cuales la mayoría de las veces ni siquiera tenemos necesidad.

Afortunadamente, en ciertos servicios, como es el caso de Internet, existen varias opciones, y podemos controlar aquélla que nos parezca mejor, más honesta y que no nos llegue a sorprender con operaciones fraudulentas. A pesar de que en nuestro país aún se mantienen monopolios como éstos, cuya atención a los usuarios todavía deja mucho qué desear, debemos tomarlo muy filosóficamente, aunque ello naturalmente no implica el mantener una posición pasiva, en la que no busquemos las armas para protegernos y defendernos de tales pasiones abrumadoras en la comunicación.

Estamos ahora en el cambio de año, terminamos el 2005, y revisamos también todas aquellas experiencias positivas y negativas que podemos poner en una balanza para medir los resultados. Iniciamos el 2006, seguramente con una mochila cargada de ilusiones, sueños, esperanzas, buenos deseos y propósitos aún mejores para cambiar y mejorar aquello que creemos necesario tanto en nosotros mismos, como a nuestro alrededor, de modo que podamos alcanzar una existencia más plena y satisfactoria. Podremos dejar de pensar en todas esas pasiones negativas y perjudiciales que nos acechan desde el interior, o en la inmensidad del ambiente a nuestro alrededor. Nos podemos enfocar hacia otro tipo de pasiones, aquéllas que podemos calificar como más benéficas o cuando menos más placenteras, porque las disfrutamos y nos ponen a tono. Es ésta una época, en la que tantas personas dan rienda suelta a su pasión por los alimentos y la bebida, no necesariamente como gula, sino más bien como ese arte del buen comer y del disfrutar del sabor y las delicias de la mesa, incluyendo los vinos y los licores. En ocasiones, bajo niveles muy importantes de factores estresantes y depresivos, el beber y el comer en forma exagerada pueden representar un canal para desahogar no sólo las pasiones en sí, sino los conflictos que como piedras se van acumulando en el camino sin haber encontrado una mejor forma de resolverlos. Es entonces, cuando naturalmente ese arte y esa pasión por comer y por beber, pueden llegar a intensificarse ilimitadamente y sin control, para dejar de ser simples pasiones y convertirse entonces en adicciones, en estados enfermizos o en trastornos bien delimitados, difíciles de manejar, con resultados peligrosos para la salud y pronósticos poco halagadores ante pasiones tan intensas.

Seguramente que la mayoría de las personas también disfrutan de las compras, como una forma de halagarse a sí mismas, de obsequiarse, de quererse al sentirse contentos y satisfechos consigo mismos, o de regalarles a los demás, en una época y un mundo en el que estamos perdiendo nuestra capacidad para proporcionarnos contacto físico, intimidad, cariño, amor y cercanía, para intercambiarla por un objeto, por algo material con lo que tratamos de expresar nuestra tartamudez emocional y nuestras limitaciones afectivas. Las compras entonces, pueden ser también un vehículo importante para canalizar nuestras pasiones e intentar expresar nuestras emociones reprimidas. Por lo mismo, se puede tratar de una experiencia muy satisfactoria, que llene de alegría y de gran gusto, como una pasión refinada. Pero igualmente, como todas las demás pasiones, puede esconder bajo ella la necesidad de canalizar asimismo sentimientos de ansiedad o depresivos que guardamos bajo la piel y que buscan desahogarse a través de esa necesidad de comprar. Es así como se puede llegar a desbordar en una pasión intensa, compulsiva y en ocasiones hasta enfermiza bajo ciertos estados emocionales, que no se ha aprendido a manejar mediante mecanismos diferentes. Definitivamente, ésta es una temporada que en todos sentidos y de muchas formas y estilos, no sólo invita, sino que excita y estimula la salida de semejantes pasiones. Los mejores deseos para el año que se inicia el día de hoy, para todos los lectores. (Continuará).

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