ASOCIACION DE PSIQUIATRIA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C.
(PSILAC).
CAPITULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA
ASOCIACION PSIQUIATRICA MEXICANA
Globos de colores, piñatas, serpentinas, confeti, desfiles, canciones, rondas, regalos que van desde los muñecos de peluche hasta los juegos electrónicos, bicicletas o inclusive motos en aquéllos que tienen mejores recursos. El 30 de abril como el Día del Niño, se ha universalizado en nuestro país y se festeja a todo ritmo y color de un extremo al otro, lo mismo en los hogares, que en las instituciones educativas y deportivas o igualmente en aquéllas que son promotoras de actividades artísticas, y hasta en las que se dedican a cuidar el bienestar y la salud física y mental de los niños. Con un porcentaje de población infantil todavía tan alto, México como nación y sociedad se preocupa cada vez más de ver por sus niños y niñas, de conocerlos mejor, de cuidarlos y protegerlos, de velar por sus derechos, así como de facilitar y estimular su desarrollo físico y emocional.
Afortunadamente, hoy en día, nuestra cultura se ha enfocado con mayor énfasis en esta etapa tan importante de la vida que es la infancia, desde la planeación de los hijos y el derecho a decidir tenerlos o no y en qué número, a través de los cuidados y el seguimiento que se les da durante los embarazos y los partos, o como recién nacidos e infantes, para luego acompañarlos, apoyarlos y comprenderlos a lo largo de la etapa escolar hasta llegar a los cambios típicos que anuncian el inicio de la pubertad. Se han sucedido una serie de cambios radicales en los últimos cien años, si comparamos la visión y los conceptos que se tenían de los niños a principios del siglo XX, con los que compartimos en la actualidad, en los inicios del siglo XXI.
Los avances en la investigación de múltiples ciencias tales como la medicina, la pediatría, la genética, la psicología, el psicoanálisis la antropología, la sociología, la psiquiatría, la pedagogía y tantas otras con sus diversas ramificaciones, nos han ayudado a descubrir conocimientos y áreas que tal vez intuíamos, sospechábamos o que ignorábamos por completo. Conocimientos que tienen que ver con detalles sumamente importantes respecto al desarrollo físico y emocional del niño, sobre sus capacidades, sus necesidades, sus limitaciones, y hasta sus derechos; la importancia de la relación de apego que requiere no solamente con su madre como tan errónea y tradicionalmente se ha practicado y se nos ha hecho creer en nuestra cultura, sino también con el padre, como una figura igualmente básica y necesaria a lo largo del desarrollo; el papel fundamental que juega la estructura de una familia integrada a su alrededor, que funciona como ese terreno fértil y estimulante que facilitará precisamente el desarrollo y la práctica de todas sus capacidades y habilidades con la que ha sido dotado.
Cada día aprendemos y sabemos más de los niños y de su entorno, lo que definitivamente nos ayuda a conocerlos y a comprenderlos en forma más completa, de manera que buscamos satisfacer sus necesidades, facilitar su desarrollo, proveerlos de una educación más completa y estar más al pendiente de ellos en todos los sentidos. Paralelamente, hemos aprendido asimismo o al menos para muchos lo estamos tratando todavía, el significado de la maternidad y la paternidad, como conceptos que igualmente han cambiado de manera extraordinaria si los comparamos con los que se ventilaban a principios del siglo pasado, con los que enfrentamos en el presente. Ser padre, ser madre y educar a los hijos en nuestros días, centrarnos sobre la responsabilidad, las obligaciones y las satisfacciones que ello implica, ya no representa solamente jugar a los novios, a los espositos y a la casita como se manejaba en tantos cuentos y novelas. Nos hemos dado cuenta que aunque en el sentido biológico, todos tenemos el potencial y la capacidad de reproducirnos y de tener hijos, ello no necesariamente significa que al gestarlos, poseemos espontáneamente la capacidad emocional y los conocimientos para llevar a cabo tales funciones. Es entonces cuando descubrimos que la maternidad tanto como la paternidad son aptitudes humanas que debemos alimentar y desarrollar como cualquier otra, a través de adquirir los conocimientos y llevar a cabo la práctica. Tradicionalmente, los hemos aprendido de nuestros padres, de sus funciones y quehaceres al respecto, de su presencia tanto como de su ausencia, de sus logros así como de sus errores, de lo que deseamos imitar a la vez que de lo que evitamos repetir. La maternidad y la paternidad se han transmitido interminablemente como funciones a lo largo de la historia de los pueblos y las sociedades, aprendidas y heredadas a través de patrones culturales que han representado las creencias, los mitos, las costumbres, las necesidades, las carencias y las limitaciones de cada período histórico. Así las hemos ido recibiendo de una generación a otra, para seguirlas transmitiendo a los que llegan por delante.
Sin embargo, en una época y en un mundo como el que vivimos, en el que los nuevos conocimientos se apilan en cantidades impresionantes, también estamos descubriendo que estos patrones culturales no necesariamente son suficientes, ni llenan por completo los huecos que se presentan, ni responden con seguridad a las tantas dudas y cuestionamientos que nos asaltan cotidianamente conforme damos cada paso en el largo camino que recorremos con nuestros hijos. Debemos complementar esos patrones culturales, así como los ejemplos y las enseñanzas aprendidas con nuestros padres, por medio de los libros y de los cursos, a través de una preparación más completa y actualizada que nos ayude a conocer y a estudiar las investigaciones y los descubrimientos que día a día surgen sobre aspectos tales como el desarrollo de los niños, su educación y las necesidades al respecto, así como sobre el cuidado de su salud lo mismo física que mental. Me parece que la planeación de los hijos y nuestra cada vez mejor preparación como madres y padres, será seguramente el mejor y más valioso regalo que podamos ofrecerles, no sólo en este día 30 de abril, que ha sido bautizado como Día del Niño, sino a lo largo de los meses y los años de nuestras vidas con ellos.