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NUESTRA SALUD MENTAL

DR. VICTOR ALBORES GARCIA.

ASOCIACION DE PSIQUIATRIA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA A. C. (PSILAC)

CAPÍTULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA ASOCIACION PSIQUÍATRICA MEXICANA

LA SALUD MENTAL DE LOS NIÑOS

DÉCIMA SEXTA PARTE

Sin embargo, factores como los mencionados la semana pasada, que se dan en ciertas familias, para convertirlas en ocasiones en hogares donde impera un ambiente tóxico y estresante, determinan no sólo que se pueda generar un nivel de ansiedad importante en los recién nacidos y bebés, sino también en los niños y niñas de mayor edad. Conforme se mantenga ese tipo de ambiente, sin que se lleven a cabo las modificaciones o inclusive las intervenciones específicas y necesarias de tratamiento profesional que requieran los padres, sea individualmente o como pareja, el elevado nivel de ansiedad podrá mantenerse a costa de la salud mental de todos los miembros de ese hogar, con las consecuentes repercusiones patológicas. Es así entonces, como se podrán detectar ciertas señales importantes de ansiedad entre los niños o las niñas, que en ocasiones llegan a convertirse en trastornos de ansiedad abiertamente. Básicamente y como tipo de trastornos más comunes en esa etapa de la vida, se pueden diagnosticar: el trastorno de ansiedad por separación, el de ansiedad generalizada, el de estrés postraumático, el obsesivo-compulsivo y las fobias de diferentes tipos secundarias a estímulos múltiples, como pudieran ser a insectos o animales específicos, al agua (albercas, ríos, mar, etc.), a los sitios cerrados (claustrofobia), a los sitios demasiado abiertos (agorafobia), a las alturas, etc. como ejemplos más comunes.

Es importante tomar en cuenta que la mayoría de niños durante la infancia, pasan por una etapa en la que se presentan determinado tipo de miedos, preocupaciones, inquietudes y distorsiones de la realidad, que pueden ser pasajeros y tienen que ver con la sensibilidad y la capacidad intelectual e imaginativa de cada sujeto, especialmente ante determinado tipo de estímulos que se le presentan en su vida diaria. Tales estímulos tienen que ver con las mentiras, con las distorsiones, con las leyendas y los cuentos de horror y miedo, con las amenazas y las fantasías propias de sus padres, de sus abuelos, de sus nanas, de las sirvientas, de los maestros o maestras en sus respectivas escuelas y colegios o en general, de las personas que los cuidan y pasan mucho tiempo con ellos, quienes a su vez también han sido víctimas de tales ?métodos educativos?. Es todavía común que como parte precisamente de ese sistema tradicional de educación en nuestro país, se busque la obediencia, el miedo, el respeto mal entendido, la conformidad o la sumisión de las criaturas, a base de amenazarlos con historias de muy diversos personajes fantasiosos del folclore mexicano, como son ?el coco?, ?la llorona?, ?las brujas?,?los viejos?, ?los robachicos?, ?el borracho?, ?los fantasmas?, ?los aparecidos?, ?los muertos?, etc.. Se trata de personajes que inclusive en nuestros días se han ido modernizando, al grado de ser dirigidos ahora hacia los vampiros, los monstruos, los narcotraficantes, los violadores, los extraterrestres y hasta los pedófilos y otros tantos. Inclusive, tales amenazas se han personificado también en entes más reales y específicos como son los médicos, las enfermeras, los hospitales, las inyecciones, los policías, los internados, los orfanatorios, los calabozos y cualquier otra persona o sitio, a los que la desesperación, enojo e impotencia de los padres o los demás adultos los empuje para manejar la rebeldía y el oposicionismo de estos niños o niñas.

Por otro lado, los medios de comunicación han venido en cierta forma a suplantar este tipo de estímulos estresantes creados por los adultos a cargo de las criaturas, al presentar especialmente en los canales de televisión, que es sin duda alguna uno de los medios más populares entre los niños, una serie de películas, programas, caricaturas y hasta inclusive noticieros y comerciales inmersos en ocasiones de una gran carga de contenido terrorífico, agresivo, cruel, virulento, sádico, salvaje, violento, sensacionalista y amarillista. En ellos, también se presenta una muy completa hilera de personajes grotescos, iracundos, brutales, amenazadores y violentos que producen una mezcla muy ambivalente de sentimientos en los niños o las niñas. En ellos, se combinan el miedo, el terror, el pavor, la angustia, la desesperación y la impotencia, con el gusto, el entusiasmo, la excitación de la novedad, la emoción y hasta el frenesí y la histeria. Sentimientos y resultados semejantes son también producidos en ellos por cierto tipo de juegos de video, en los que se explotan asimismo las imágenes de personajes con tales características que al mismo tiempo son sumamente atractivos y amenazadores para esta etapa de la vida, que inclusive no sólo se mantienen durante la niñez, sino que inclusive se llega a prolongar en un muy buen número de adolescentes y adultos que permanecen vinculados a este tipo de juguetes por mucho tiempo.

Todos los estímulos antes mencionados, llevan consigo una carga importante de ansiedad, que en mayor o menor grado influirá sobre las criaturas y será percibida, introducida y manejada como tal. Aquellos niños o niñas que a su edad hayan desarrollado una estructura psicológica y un yo de características y defensas de mayor fortaleza y seguridad, podrán digerir con mayor facilidad tales dosis de ansiedad, y quizás presentar solamente reacciones normales y pasajeras de miedos, de pesadillas en sus sueños o inclusive de cierta inquietud que pueden canalizar a través de otro tipo de juegos y actividades más saludables, sea física o verbalmente, y que no dejan en ellos mayores consecuencias. Sin embargo, tenemos que recordar que existen aquellos niños o niñas que han heredado una propensión genética a cualquier tipo de trastorno de ansiedad. En ellos siempre estará latente el riesgo de que estímulos estresantes como los antes mencionados, asociados a ciertas otras circunstancias o experiencias que generen tensión y que forman parte de su ambiente cotidiano, (incluyendo naturalmente la inseguridad que se de en el tipo de vínculo que hayan formado con sus padres) traigan como resultado posibilidades mucho más altas de presentar alguno de los trastornos de ansiedad mencionados en párrafos anteriores (Continuará).

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