Ante el vergonzoso espectáculo de las campañas políticas de los tres candidatos a la Presidencia de la República con mayores posibilidades de triunfo, no se sabe si es mejor reír, llorar o enojarse.
Lo cierto es que el debate de las ideas y la propuesta de soluciones a los problemas que afectan e interesan a la población, han sido desplazados por los insultos, descalificaciones, chistes malos, retos infantiles y una retórica paupérrima, sin argumentación lógica y cobijada en lo que se ha dado en llamar la impunidad declarativa o, lo que es lo mismo, prometer lo que sea sin analizar si es posible y cómo hacerlo. De este deplorable escenario, hasta el presidente Vicente Fox no se ha quedado fuera.
En las últimas dos semanas, al menos cuatro temas relevantes han despertado y/o mantenido el interés de diversos sectores de la sociedad mexicana, sin que de los aspirantes haya salido un pronunciamiento coherente y serio acerca de los mismos, a saber: inseguridad pública y narcotráfico, violencia contra las mujeres y equidad de género, agua, y condiciones de trabajo en las minas del país.
Sirvan estos asuntos como ejemplo de lo distante que están los discursos de Andrés Manuel López Obrador, Felipe Calderón Hinojosa y Roberto Madrazo Pintado, de la realidad de nuestro país.
Frases como “Cállese, ciudadano presidente… chachalaca”; “los que golpeen a las mujeres se las verán conmigo”; “le entro al debate como sea, cuando sea y con quien sea”, “México aguanta a un populista y un demagogo”, muestran el bajo nivel de la discusión política en este país. Los ciudadanos no merecen esto. Los problemas de la nación exigen de sus gobernantes y de quienes aspiran a serlo seriedad, respeto y propuestas sólidas y ejecutables.
Los cambios y el avance que ha mostrado la ciudadanía desde los últimos años del siglo pasado no encuentran aún la resonancia que debiera en la llamada “clase” política, la cual sigue subestimando la inteligencia de los mexicanos.
Frente a este zafarrancho en el que se están convirtiendo las campañas, no extrañe pues que el dos de julio el abstencionismo domine la elección.