Finalmente el presidente Vicente Fox anunció que a partir de ayer y hasta el dos de julio el Gobierno Federal suspenderá su publicidad, cediendo el tiempo oficial al Instituto Electoral para promover el voto. Este comunicado viene a calmar las aguas, sobre todo, porque las denuncias del PRI y el PRD sobre el apoyo que la Presidencia daba a Felipe Calderón Hinojosa subía peligrosamente de tono.
En las últimas semanas el Gobierno inició una ambiciosa campaña a través de foros estatales llamados: Jornadas Federales de Información. El Gobierno del Cambio ¡Cumple!, donde participaban secretarios de Estado así como delegados de las diferentes dependencias. Sin duda dichos foros de información no tenían otro objetivo más que el de promocionar los logros de Vicente Fox y convencer así a los ciudadanos de las ventajas que da el votar por el partido gobernante.
Este proselitismo disfrazado generó airadas protestas, sobre todo del PRI y del PRD. Inclusive el partido del Sol Azteca presentó en la Procuraduría General de la República (PGR) una denuncia penal contra el presidente Vicente Fox por su presunta intromisión en el proceso electoral.
Para Patricia Mercado, candidata del Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina, la actitud asumida hasta el momento por Vicente Fox dista mucho de la actuación que tuvo Ernesto Zedillo, entonces presidente de la República, seis años atrás.
La candidata recuerda que el priista en el año 2000 se salió del proceso electoral, guardó silencio y al final tuvo la autoridad moral para reconocer -con el IFE- el triunfo de Vicente Fox, además de dejarlo llegar a Los Pinos con absoluta calma.
En este contexto el día de ayer el presidente Vicente Fox aseguró que las elecciones del dos de julio serán las “más limpias de nuestra historia”, y pidió a la sociedad tener la certeza de que hará lo que le corresponde para que los resultados de los comicios sean el reflejo fiel de la voluntad política de la mayoría de los mexicanos. Por el bien del país esperemos que las promesas se cumplan y no queden sólo en un deseo de buenas intenciones, porque finalmente a nadie le conviene judicializar el proceso electoral y violentar más el ambiente político, donde la pasión y la descalificación han desplazado el debate de las ideas.