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Nuestro concepto/Crisis en el PRI

Algunos ya lo veían venir: el Partido Revolucionario Institucional enfrenta en plena campaña electoral la peor crisis desde que perdió la elección presidencial del dos de julio de 2000.

Sólo en los dos últimos meses, han abandonado el tricolor más de tres mil militantes, es decir, dos cada hora en promedio. Pero entre los disidentes no sólo hay integrantes de las bases, sino también dirigentes de secciones sindicales, funcionarios, consejeros políticos así como legisladores: la fracción parlamentaria del PRI en San Lázaro ha perdido ya 23 diputados. El argumento principal de los hoy ex priistas ha sido que el partido se ha convertido en “un instrumento utilizado por oportunistas y vividores” para alcanzar el poder.

Desde antes de la elección de Roberto Madrazo Pintado como candidato a la Presidencia de la República, el descontento al interior del PRI era evidente. Hay que recordar al famoso Tucom (Todos Unidos Contra Madrazo), formado por gobernadores y precandidatos para evitar que el tabasqueño, en aquel entonces presidente nacional del tricolor, usara su poder y cargo para imponerse él mismo.

Poco antes del proceso interno, se presentó el enfrentamiento abierto entre el abanderado tricolor y la lideresa del sindicato magisterial, Elba Esther Gordillo, el cual no sólo laceró la imagen del partido frente a la opinión pública, sino que representó la profundización de una fractura que ya se había manifestado con la formación del Partido Nueva Alianza, integrado en su mayoría por maestros.

Luego vino la contienda entre Madrazo, Arturo Montiel y Everardo Moreno, que al final resultó en una aplastante victoria del primero sobre el tercero, ya que el segundo, precandidato del Tucom, quedó fuera del ring por el escándalo que se generó en torno a la adquisición de sus bienes y los de su familia. La sospecha de que Roberto estaba detrás del golpeteo fue generalizada.

Llegaron las campañas con unas encuestas nada favorables al PRI y otro escándalo: las conversaciones del gobernador de Puebla, Mario Marín, con el empresario Kamel Nacif, acusado de proteger a pederastas.

Por si fuera poco, el tradicional “dedazo” volvió en la selección de candidatos a legisladores federales. El descontento no ha sido controlado hasta el momento y los reclamos de los que esperaban ser “ungidos” siguen oyéndose.

Con este panorama, no resulta difícil entender la crisis por la que pasa ahora el otrora partido de Estado, a escasos tres meses de la elección. Muy distante se ve la posibilidad de que el PRI gane el dos de julio y no es aventurado decir que, mientras no se replanteen muchas cosas en el interior de esa agrupación política, su supervivencia como partido se tambalea.

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