La semana que termina representó el “triunfal regreso” de Marcos a los medios de comunicación. Los periódicos le dedicaron portadas y las cadenas de televisión se pelearon por tenerlo en sus estudios para realizarle entrevistas exclusivas.
De esta forma el hoy autonombrado Delegado Zero fue a Televisa, estuvo en CNN con Carmen Aristegui, por dos días seguidos, y ayer viernes terminó su gira mediática con una entrevista en el Canal 40.
Para el investigador franco-mexicano, Jean Meyer, especialista en la historia político religiosa de México, el subcomandante Marcos actualmente no es más que una comedia y no representa ningún peligro para los políticos actuales, mucho menos para el desarrollo del proceso electoral a celebrarse el próximo dos de julio.
Autor de diversos estudios en torno al subcomandante Marcos, Jean Meyer Barth comenta que “es triste ver que una figura que en su momento tuvo una importancia política extraordinaria, entre 1994 y 1997, se está transformando en un payaso en los medios de comunicación porque las circunstancias han cambiado, pasaron ya 12 años y Marcos posiblemente no se ha dado cuenta de que el mundo y México han cambiado”.
Así mientras el líder guerrillero hace recordar a la vieja izquierda glorias pasadas, lo cierto es que el discurso suena poco profundo y la ironía carece de impacto. Tal vez valdría la pena preguntarse, qué tanto bien le hace al país la reaparición de Marcos cuando el Estado tiene pendiente por resolver un conflicto minero, las violaciones a los Derechos Humanos en Atenco y por supuesto un proceso electoral cuyas campañas han carecido de propuestas.
La respuesta la tiene cada quien, pero lo cierto es que Marcos sólo es un actor más de una tragicomedia que provoca miedo. El país avanza sin proyecto, los candidatos no ofrecen soluciones reales y el desencanto social cada vez es más grave.