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Nuestro concepto/Elecciones

Aunque desde hace meses el ambiente electoral ya se percibe intensamente -con las elecciones internas, los pleitos y la propaganda que nadie regula-, en el fin de semana que acaba de terminar, con la apertura del registro de candidatos a la Presidencia de la República, arrancó oficialmente el proceso que habrá de concluir en las urnas el próximo dos de julio.

Patricia Mercado fue la primera en poner su nombre en la lista y lo hizo como abanderada del Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina. Ayer, Andrés Manuel López Obrador, presentó su solicitud de registro ante el Instituto Federal Electoral (IFE) como aspirante por la alianza Por el Bien de Todos, formada por los partidos de la Revolución Democrática (PRD), Convergencia y Del Trabajo (PT). Se espera hagan lo propio Felipe Calderón Hinojosa, del Partido Acción Nacional (PAN), el 11 de enero, y Roberto Madrazo Pintado, de la Alianza por México, conformada por los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Verde Ecologista de México (PVEM), el 15. El Partido Nueva Alianza, que acaba de nombrar a Roberto Campa Cifrián como candidato, hará hoy lunes el registro ante el órgano electoral.

Hay elementos suficientes para pensar que estos comicios resultarán extraordinarios y controvertidos. El golpeteo que se ha venido dando desde hace meses entre y al interior de los partidos, incluso con la participación de instituciones del Gobierno; el desgaste de la idea de la alternancia como factor determinante para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos; la libertad de los medios de comunicación en el abordaje de temas político-electorales; la sombra de Marcos y los zapatistas con la llamada “otra campaña”; el equilibrio de fuerzas entre los tres principales aspirantes; la participación de mexicanos en el extranjero; la posible utilización de urnas electrónicas en algunas casillas, y, sobre todo, el derroche de recursos en propaganda electrónica que se espera, obligan a creer que este proceso superará a los anteriores en cuanto a expectativa y polémica.

Sin duda, el dos de julio representa para la democracia electoral mexicana su prueba de fuego.

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