Por mucho tiempo los mexicanos nos quejamos que el voto no era respetado. La historia ha cambiado gracias a la participación en su conjunto de la sociedad civil, prueba de ello son las elecciones de 2000. Este contexto histórico nos obliga moralmente a salir hoy a las urnas.
Este domingo no sólo habremos de elegir al nuevo presidente de la República, los ciudadanos también votaremos por los políticos que habrán de representarnos en la Cámara de Diputados y Senadores. El futuro de las elecciones dependerá de un bloque de votantes indecisos que puede llegar hasta 20 por ciento de los electores.
En esta ocasión las campañas electorales se caracterizaron por una guerra sucia que opacó las propuestas. Este escenario llegó a generar hartazgo, sin embargo, esto no debe ser impedimento para salir a votar. Mucho menos los ciudadanos deben sentir temor por los rumores y miedo que se tratan de infundir para que no acudan a las urnas.
Esta será la primera elección presidencial en la que se cuente el voto de mexicanos en el extranjero, pero a pesar de una intensa campaña para estimular a más de cuatro millones de mexicanos a que votaran, el IFE sólo recibió poco más de 30 mil boletas. Observadores de la Organización de las Naciones Unidas y de la Unión Europea, además de Organizaciones No Gubernamentales, vigilarán que el proceso sea transparente.
Hoy es un día de fiesta cívica, en la cual todos los ciudadanos estamos obligados a salir a votar. No importa qué partido sea de nuestra preferencia, podemos ejercer el voto en total libertad, nadie lo puede coaccionar. Los resultados oficiales los conoceremos a las 11 de la noche, pero mientras eso sucede hay que salir a votar, no hay pretexto que valga ya que el rival a vencer en esta jornada electoral es el abstencionismo.