Parece el cuento de nunca acabar. Casi un centenar de policías de corporaciones de los tres niveles de Gobierno montó el sábado al mediodía un escandaloso operativo contra la “piratería”. Los agentes decomisaron alrededor de 40 mil productos apócrifos del corredor de puestos fijos y semi-fijos de la avenida Hidalgo del Centro de Torreón. Al día siguiente, los comerciantes informales ya se encontraban de nuevo vendiendo la mercancía ilegal como si nada hubiera pasado. Esta historia se repite cada vez que se realizan las incautaciones “masivas”.
El problema de la venta de artículos “pirata” no debe ser visto como un asunto exclusivamente policiaco. Si bien es cierto que la reproducción y venta de bienes intelectuales y materiales sin respetar los derechos de autor, genera cuantiosas pérdidas a la industria legalmente establecida y es un delito del fuero federal, la actividad no se agota en estas realidades.
Para que la industria de la “piratería” funcione, necesita de gente con la urgencia de trabajar, cuya situación de falta de empleo formal le obligue a considerar el inmenso abanico de opciones que ofrece la informalidad y la ilegalidad. Obreros, distribuidores, almacenadores y vendedores forman parte de esta cadena, en donde, muchas veces, la ignorancia de los eslabones juega un papel muy importante.
Una vez tejida la red, se requiere la complicidad de ciertas autoridades para que el producto pueda llegar al mercado. Garantizar la no-interrupción del proceso es una parte fundamental. Para conseguirlo, es necesario corromper. Y las ganancias de esta industria delictiva son lo suficientemente grandes para hacerlo.
Ahora bien, nada de lo anterior tendría sentido si no existiera un atractivo mercado. En México, millones de personas carecen del dinero para adquirir bienes de consumo originales, cuya alta calidad va acompañada de un elevado precio, inalcanzable para muchos. La respuesta está en las copias “pirata”; sí, de menor calidad, pero mucho más baratas.
Como se puede ver, delincuencia organizada, desempleo, economía informal, corrupción y pobreza, van de la mano. Mientras no se establezcan estrategias encaminadas a abatir cada uno de estos problemas, en los vistosos operativos como el del sábado, se podrán seguir decomisando miles y miles de productos apócrifos, pero siempre aparecerán muchos más en las calles.