Fue la noche más larga de México. Muy pocos lograron conciliar el sueño, de un momento a otro terminaría el conteo del IFE y la contienda por la Presidencia de la República tendría triunfador. Sin embargo, fue hasta después de las tres de la tarde de ayer cuando se dieron a conocer los resultados finales: Felipe Calderón es el virtual ganador con el 35.88% de la votación, mientras que Andrés Manuel López Obrador obtuvo el 35.31%. La diferencia fue apenas del 0.57%.
Lo cerrado de la contienda arroja un gran cúmulo de experiencias de las cuales los mexicanos debemos aprender para mejorar nuestros procesos electorales. Entre las grandes enseñanzas está la madurez cívica que mostró la ciudadanía para salir a votar de manera pacífica. Nadie debe estar preocupado por lo parejo de la competencia, este es un fenómeno que se presenta a nivel mundial en todas las democracias.
Tampoco la ciudadanía debe mostrar alarma por la impugnación que hará a los comicios Andrés Manuel López Obrador ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Bien lo dice el ex consejero presidente del IFE, José Woldenberg, “se trata de un acto que está absolutamente apegado a la Ley”. En este contexto es necesario hacer un llamado a la madurez política, ya que todos los partidos tienen el derecho de defender sus votos, pero dentro del campo de la legalidad, por ningún motivo se justifica llamar a movilizaciones y poner en riesgo la paz social. Hoy más que nunca se debe fortalecer el papel de las instituciones.
El próximo presidente de la República, Felipe Calderón, debe estar consciente de que sólo un tercio del país votó por su propuesta. Ante esta circunstancia el gran reto del Ejecutivo a partir de diciembre, será el de convencer de su proyecto de país a todos aquellos que no lo apoyaron en las urnas. En este escenario nuestro mayor reto como nación es el ser maduros políticamente para construir acuerdos que permitan la instauración de reformas que generen el desarrollo del país.
