La elección del 2 de julio fue histórica. Nunca antes los mexicanos nos habíamos ido a la cama sin saber quién sería nuestro presidente, vaya, en el pasado inmediato sólo bastaba que el PRI diera a conocer el nombre de su candidato para conocer al hombre encargado de dirigir por seis años al país. Afortunadamente ya no es así y la democracia llegó a México para quedarse.
Lo cerrado de la contienda obligó al IFE a no dar a conocer los resultados del conteo rápido, retrasando los resultados oficiales hasta mañana miércoles. A pesar de haber firmado un pacto de civilidad y del llamado del Instituto Federal Electoral, los punteros no pudieron quedarse callados. Primero Andrés Manuel López Obrador, después Felipe Calderón, pero los dos proclamaron su triunfo, generando una innecesaria polarización.
Quien resulte ganador no tendrá el apoyo de la mayoría. El nuevo presidente de México habrá ganado por el voto de un poco más de un tercio del electorado, de ahí la importancia de construir puentes para llegar a acuerdos. El avance del PRD es impresionante, nunca el Sol Azteca había alcanzado la cifra de más de 13 millones de votos. El efecto “Peje” ha logrado que el Partido de la Revolución Democrática sea ya la segunda fuerza en el Congreso con 99 posiciones en la Cámara de Diputados y 26 en el Senado, sólo abajo del PAN.
Andrés Manuel López Obrador, puede sentirse satisfecho, está ante la oportunidad histórica de convertirse en un actor político de enorme trascendencia para el futuro del país y para lograrlo se requiere autoridad moral, sin embargo, ésta no se obtiene con discursos incendiarios como el de proclamar su triunfo y advertir un fraude en las urnas.
La tendencia parece irreversible y todo parece indicar que Felipe Calderón se alzará con el triunfo. Sin embargo, la actuación del panista tras la jornada electoral también es reprobable, al ignorar el llamado del IFE. Hasta el momento ninguno de los dos se ha comportado a la altura, la ciudadanía ha dado muestra de madurez al salir de manera pacífica a emitir su voto.
Andrés Manuel López Obrador, debe guardar los machetes y comportarse como estadista, Felipe debe guardar también compostura. En los días que vienen se requiere madurez para reconocer los resultados oficiales, no se debe generar inquietud post electoral, que a nadie conviene. Andrés Manuel está frente a una oportunidad histórica, sólo de él depende no perder la autoridad moral que ganó en estas elecciones.