Sería injusto descalificar en automático la reforma migratoria aprobada el jueves pasado por el Senado de Estados Unidos, sobre todo porque ofrece una solución a siete millones de indocumentados, mexicanos en su mayor parte, que llevan cinco años o más trabajando en territorio del país vecino en condiciones de persecución, discriminación e indefensión completa. Pero por el contrario, la nueva Ley es una arma de dos filos para quienes tienen entre dos y cinco años en Estados Unidos otros cinco millones de personas aproximadamente-, ya que les da acceso a una legalización temporal y un permiso de estancia transitorio, al término del cual deberán abandonar el país. Para aquellos paisanos que tienen menos de dos años en el vecino país del norte las cosas siguen igual, deberán seguir sufriendo malos tratos y vivir con el temor de ser deportados.
Es cierto, la reforma es un avance respecto del texto que se aprobó en diciembre pasado en la Cámara de Representantes –donde se endurecía la vigilancia fronteriza, permitía construir un muro en la frontera con México y sancionaba a quienes contrataran a indocumentados-, sin embargo, la nueva reforma no es la Ley por la que lucharon miles de migrantes que salieron a las calles para exigir un trato igualitario.
De esta forma la reforma resulta apenas una solución parcial a un problema estructural que no tiene señales de cambiar en el futuro cercano. Las diferencias económicas y la incapacidad del Gobierno Mexicano para crear fuentes de empleos dignas, seguirán generando la expulsión de compatriotas que verán en Estados Unidos la única oportunidad para mejorar sus condiciones de vida.
Ante esta realidad no es difícil afirmar que las muertes en la frontera, las violaciones a los Derechos Humanos de los migrantes, así como las manifestaciones de discriminación habrán de seguir presentándose. Son muchos los que intentarán cruzar la frontera para buscar cumplir el sueño americano.
Por lo anterior resulta exagerado el festejo del Gobierno de Vicente Fox; es cierto hay avances, pero el problema persiste a pesar de los matices. Para los especialistas la única solución realista y duradera al asunto de la migración indocumentada, es un acuerdo de libre tránsito de mano de obra, adicional a los instrumentos que ya existen para impulsar el libre comercio de mercancías y capitales. Sin embargo, esta propuesta, al menos en el contexto actual, parece ser más una carta de buenos deseos que una realidad inmediata.
