Basta limpiar un poco para encontrar lo que hay debajo de las apariencias. El Sistema Municipal de Aguas y Saneamiento se mantiene en calidad de fuente inagotable de sorpresas, de “detallitos” cuya suma da perfecta cuenta del nivel de profesionalismo y vocación de servicio de quienes han desfilado por la paramunicipal. Ayer, durante la primera sesión ordinaria del Consejo Directivo, el nuevo gerente general, Alberto Díaz de León Rodríguez, informó que su antecesor, Fernando Alatorre Dressel se autoconcedió una especie de bono de marcha por algo así como 300 mil pesos. Al parecer, decidió hacerse extensivo el acuerdo de Cabildo del 23 de diciembre en el que se autorizaron los bonos de marcha para regidores y directores generales, por lo cuál se autoindemnizó por una cantidad equivalente a dos meses de sueldo, la parte proporcional de vacaciones y prima de antigüedad.
Sobra decir que los consejeros no sabían nada de esta suerte de bono de marcha y por lo tanto, nunca la aprobaron. Al respecto, es el secretario del Ayuntamiento, Rodolfo Walss Aurioles, quien pone las cosas en su justo nivel cuando precisa que Simas es una paramunicipal, “independiente y descentralizada de la Administración y con autonomía presupuestaria, de ahí que se maneja por separado de todas las acciones y decisiones que se aplican al Cabildo y a funcionarios. No aplican los acuerdos del Ayuntamiento a las dependencias descentralizadas que en el caso del Simas tiene como órgano de autoridad al Consejo”.
El representante del Centro Empresarial de La Laguna (Coparmex) en Simas, Víctor López Ahumada dice que “a mí no me gustó nada esa acción” y el representante de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (Canacintra) remata con un contundente “nosotros como Consejo no fuimos consultados ni autorizamos nada. Yo hablo de supuestos porque nunca nos presentaron números al respecto. No procede que se haya dado un trato especial”.
Así las cosas, al nuevo gerente de Simas no le quedó otra opción más que asumir una postura pública al respecto: “yo me comprometí con el alcalde, José Ángel Pérez, a que no recibiría bono de marcha al término de los cuatro años”. Y que así sea para que el organismo deje de ser, en el terreno de la ética y la moral, esa gigantesca caja de sorpresas... desagradables.