Nuevamente la sociedad civil ha tomado las calles para manifestarse y luchar por sus derechos. Este lunes miles de inmigrantes hispanos marcharon en las principales ciudades de Estados Unidos para demandar una legalización justa. Al grito de “sí se puede” y teniendo en ocasiones como estandarte la imagen de la Virgen de Guadalupe, cientos de miles de personas expresaron su oposición a una Ley que puede llegar a considerar como delito grave la estancia en el país norteamericano sin documentación en regla.
Tanto a México como a Estados Unidos les conviene que la migración sea legal, segura y ordenada. Ya que hasta el momento nuestro país, ha sido incapaz de generar los empleos necesarios para evitar que compatriotas arriesguen su vida al cruzar el desierto buscando el sueño americano.
México recibe anualmente más de 20 mil millones de dólares, es decir, más de 220 mil millones de pesos, por concepto de las remesas enviadas por los trabajadores migratorios a sus familias, vía transferencias. De ahí la urgencia de una reforma migratoria integral, la cual beneficiaría también a Estados Unidos al contar con mano de obra para realizar los trabajos que los norteamericanos se niegan a hacer.
Es triste reconocer que ante la incapacidad de las autoridades para crear fuentes de empleo, sea mejor apostar por la pérdida del capital humano. Actualmente trabajan en Estados Unidos aproximadamente nueve millones de connacionales.
Y mientras latinoamericanos, africanos, asiáticos y europeos toman las calles, el Gobierno de Vicente Fox mantiene una postura tibia ante el problema. Aplaudiendo cualquier reforma aprobada por Estados Unidos, considerándola como un “gran avance”.
La oleada de inmigrantes que este lunes marcharon por las calles de Estados Unidos mostró la fuerza que puede tener la sociedad civil cuando se organiza, presionando a las autoridades para que en realidad, las decisiones que se tomen, sean en respuesta a las necesidades de la población. Sin duda con esta movilización los inmigrantes han dado una gran lección al mundo, que hasta el lunes se negaba a escuchar sus voces.