?Nadie vino aquí a triunfar y a obtener, sino a definir y decidir lo que es mejor para México?. Manuel Gómez Morín
Los días que antecedieron al viernes no tuvieron desperdicio. La máxima tribuna del país pasó a ser un expendio de tamales, y con el merecido respeto a quienes se dedican a tan noble oficio, francamente a los perredistas les sienta de maravilla, dada su personalidad dicharachera, argüendera y explosiva...
Si bien la democracia admite el libre debate de las ideas, la actitud de los legisladores del Sol Azteca, raya en lo vulgar. En efecto, tenemos en los tres Poderes de la Unión a quienes nos merecemos. Diferencias ideológicas siempre surgirán, sin embargo es inadmisible rehuir al diálogo y negarnos la posibilidad de encontrar puntos de coincidencia.
El México de hoy fragmentado no resiste actitudes mesiánicas, pero en fin, allá los radicales, pues tal línea de conducta a la larga significará su muerte política. Pero hablemos de lo verdaderamente importante: al hacer del dominio público los nombres de aquellos que ocuparían las distintas carteras ministeriales, Felipe Calderón manda un claro mensaje a la población, pero sobre todo a sus oponentes: su Gobierno se caracterizará por decisiones firmes, cero titubeos frente a la adversidad y ante todo, nula tolerancia para aquellos que han ignorado a la Ley y a las instituciones.
Ante tal coyuntura, cobra especial significado el credo de López Portillo, que reza ?romper para estabilizar?, es decir, que los males del foxismo serán cosa del pasado.
En un hecho sin precedentes, Fox entrega la banda presidencial en punto de las doce de la noche del jueves 30 de noviembre, dando un golpe mediático finamente hilado. Con lo anterior, Calderón envía un nuevo mensaje: en mí está sustentada la titularidad del Poder Ejecutivo, y de las Fuerzas Armadas, con ello mostrando que el Gobierno seguiría funcionado.
Distintos son ya los vientos. El protagonismo lascivo de la señora Fox, da paso al estilo de una Margarita Zavala que en todo momento mostró una discreta felicidad ante su nueva circunstancia. No olvidemos que en el tiempo ha sido militante de Acción Nacional y legisladora de la República.
Estoy cierto que el novel presidente nos someterá a varias sorpresas. Lo hizo magistralmente al tomar protesta en el Congreso de la Unión en contra de las expectativas de una prensa que no lo supo predecir. Ojalá que tal conducta derive en éxitos recurrentes en las áreas en donde seguimos sufriendo rezagos ancestrales. Como joven terminé hastiado de las cifras alegres y el optimismo desbordado tan característicos de la pasada Administración; por ello deseo, como lo haces tú lector querido, un sexenio de promesas cumplidas y no aquella constante perorata que sucumbe frente al porvenir.
El discurso está dado, las cartas están sobre la mesa, los problemas son los de siempre, y algunos cada día se agravan más. Como el agua requerimos de estrategias claras, bien definidas y alcanzables. Caigamos en la cuenta de que para transformar a un país en conflicto, no bastan seis años; seamos lo suficientemente inteligentes para entender que el rezago y la pobreza son lastres cuya solución probablemente jamás veremos. El chiste es avanzar, no importa a que velocidad, siempre y cuando ello sea en la dirección correcta.
La sociedad mexicana ya no cree en el político que promete paraísos e indulgencias históricas; se terminaron los días en que concebíamos al Gobierno como padre magnánimo y redentor del oprimido. Hoy es importante asumir nuestra tarea por más chica o grande que sea para así lograr una sinergia, sin la cual, sencillamente no tendremos salvación. He afirmado y lo seguiré haciendo hasta el cansancio, acerca de la insensatez que significa negarnos la oportunidad de encaminar a la Historia hacia donde queramos. En gran medida, hoy tenemos el Gobierno y el país que nos merecemos.
