DON SILVESTRE
El maestro era mi mozo
me lo pesqué de la calle
por un tiempo me enseñó
toda la sabiduría
que en su vida acumuló.
Silvestre era su nombre
el cual yo cambiaría
porque de silvestre nada
el Sr. no lo tenía.
Hermoso como no hay dos
de él aprendí maravillas
aquilaté sus bondades
y también otras cosillas.
De él aprendí que el amor
no conocía las fronteras
ni tenía rangos ni edades
ni se saciaba en querellas.
De él aprendí a conocer
la sinceridad sencilla
no se fijaba en lo malo
era un ser de maravilla.
Era un creador innato
poseía hermoso fulgor
siempre cumplía su trabajo
impregnándolo de amor.
Era simple y sin enredos
era fiel y transparente
me enseñó que lo decente
no necesita escudarse
por detrás de los dineros.
Pues al fin y al cabo todos
tendremos que irnos sin nada
pero yo me iré con todo
de lo que de este hombre aprendí.