ENTREGA
Perdóname Señor, por haberme envanecido,
pues cosas tan hermosas me has dado
que jamás lo hubiera yo creído;
de mil maneras de Ti he recibido
todo lo que un mortal ha anhelado;
y si humildad me pides que yo tenga
así será; como Tú lo has mandado.
Hice la donación
de toda mi voluntad,
ya no uso otra razón
ni tengo más libertad,
que la que da el corazón
cantándole a la verdad.
Es mi renunciación
donativo de piedad;
buscar la santidad pulida,
beber la divina luz,
dejar prendida la vida
en los brazos de Jesús.
Por tu amor, que ahora ha de ser
mi más grande alentador,
no quiero nunca tener
otro premio que tu amor.
Del libro:
En el Alarido de lo Inmarcesible.