MARÍA
Si yo pudiera ver ahorita a mi María
y preguntarle tan sólo dónde estaba.
Cuántas cosas etéreas me diría
y con ello mi curiosidad saciaba.
Absorta con amor vería,
que mi egoísmo de tenerla aquí... desvanecía.
¿Qué lo viste? ¿Qué hiciste? ¿A dónde fuiste?
Sería lo que yo preguntaría.
Y con asombro y también con alegría
descubro que es mejor:
¡Su vida que la mía!