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Paideia/Campañas para restar votos

Gabriel Castillo

La lectura de uno de los libros más recientes de Néstor García Canclini, cuyo título es Consumidores y Ciudadanos, me confirma la percepción que tengo respecto a la política, como una actividad que ha sido desprestigiada por el mercado. Pero no sólo eso, sino que la ha devorado, sometiéndola “a las reglas del comercio y la publicidad, del espectáculo y la corrupción”. Por ello García Canclini sostiene que hay que ir hacia el núcleo de lo que en la política es relación social: el ejercicio de la ciudadanía.

Hoy hemos avanzado en la idea de expansión del concepto de ciudadano, que ya no se refiere sólo al reconocimiento, por parte de los aparatos del Estado, de los derechos a quienes nacemos en un determinado territorio, sino que se relaciona ahora con las prácticas sociales y culturales que dan sentido, además de dignidad de pertenencia, en lo que se considera un nuevo escenario de constitución de lo público. Verdaderamente conviene, como se plantea en el texto, reconcebir la ciudadanía como “estrategia política”, pues actualmente existen prácticas emergentes en la sociedad civil que no aparecen plasmadas en el orden jurídico vigente o comportamientos novedosos e inéditos de los ciudadanos. También es necesario considerar el papel de la subjetividad de los sujetos en la renovación de la sociedad, es decir, ¿cómo piensa hoy la gente respecto a los asuntos públicos? ¿qué visión se tiene del tipo de sociedad en que vivimos? Es importante entender que a los ciudadanos no nos basta con reivindicar los derechos de acceder y pertenecer al actual sistema sociopolítico, sino que aspiramos a participar en la reelaboración y reformulación de ese sistema, o sea, queremos ejercer el derecho a definir aquello en lo cual buscamos ser incluidos.

Precisamente ese derecho a reorientar el rumbo que el país llevaba en 2000 y a buscar un cambio en la forma de ejercer el poder en México, fue lo que llevó a muchos ciudadanos a votar por Vicente Fox, contribuyendo a su triunfo para llegar a la Presidencia de la República. Sufragaron en su favor, bajo la lógica del voto útil para terminar con el viejo régimen priista, mucha gente sin partido y muchos militantes o simpatizantes de la izquierda que veían una excelente oportunidad para la necesaria y esperada transición política. Hoy, a casi seis años de distancia, la mayoría de esos ciudadanos del llamado voto útil reconocen haberse equivocado en la elección y que el actual presidente no ha estado a la altura de las expectativas que generó su arribo al poder. Pero no sólo no ha cumplido como jefe de Estado, sino que está haciendo lo que él insistentemente le pidió al presidente Ernesto Zedillo que no hiciera, esto es, asumirse como jefe de partido e intervenir abiertamente en las campañas políticas.

Lamentablemente el presidente Fox, faltando a su investidura, ha contribuido al ambiente de linchamiento mediático que hoy se ha creado contra un candidato a la primera magistratura. Andrés Manuel López Obrador ha sido el blanco favorito de las críticas y ataques del señor presidente de todos los mexicanos, quizá porque éste sabe que el ex jefe de Gobierno del Distrito Federal representa hoy para la mayoría de los electores lo que él representó en 2000: la esperanza de un verdadero cambio de régimen.

Hoy ha quedado al descubierto que Vicente Fox nunca representó el cambio real y que siempre estuvo alineado junto a Carlos Salinas, el principal impulsor del Neoliberalismo en nuestro país, que empobreció a los mexicanos y desmanteló la planta productiva, generando graves índices de desempleo y de emigración de connacionales al extranjero. Ello explica el que las campañas del PRIAN, o sea, de Roberto Madrazo y Felipe Calderón, estén convertidas en una verdadera guerra sucia contra Andrés Manuel López Obrador. La consigna es lanzar todo el lodo posible hacia el candidato de la izquierda para tratar de restarle votos, sin importar cuál de los dos candidatos de la derecha los capitalice o si generan con ello un crecimiento del abstencionismo. Los spots contra López Obrador tienen una carga de insidia que ya conocíamos en el PRI de Madrazo y que ahora forma parte del repertorio del PAN de Espino y Calderón. El mensaje pretendidamente subliminal del “vamos a darle entre todos”, expresado por la esposa de Roberto Madrazo en reciente anuncio televisivo, me parece que refleja el tono y tendencia de las campañas.

Quiero terminar señalando que el presidente Fox no sólo es un mal o nulo lector de buenos libros, sino también de la realidad, pues no ha comprendido que las acciones emprendidas por él contra López Obrador, entre ellas el intento de desafuero, no sólo no le han resultado sino incluso se le han revertido. Tampoco en el PRI y en el PAN han entendido que la realidad es terca y no se modifica con buenos o malos deseos, ni con encuestas amañadas y a modo. Esa realidad hoy nos indica que la ciudadanía mayoritariamente se inclina por rechazar el “más de lo mismo” que representa el PRIAN y por apoyar el proyecto alternativo que viene promoviendo López Obrador, lo cual tiene preocupados a los dueños del dinero. Por eso tenemos a Fox y a Salinas encabezando campañas mediocres, orientadas más a restar votos de un candidato que a fortalecer el libre juego democrático. Pero también ahora les resultará contraproducente, ya que la gente saldrá a votar masivamente el dos de julio con la idea de ser protagonistas del, ahora sí, verdadero cambio de régimen. El genuino ejercicio de la ciudadanía lo hará posible.

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