Del lado del señor Calderón se encuentran autoridades panistas que han mostrado intolerancia y fomentado agresiones contra los homosexuales o que han reprimido a jóvenes globalifóbicos en entidades como Jalisco.
El pasado jueves pude ver y escuchar una entrevista que se hizo al señor Felipe Calderón, candidato del Partido Acción Nacional a la Presidencia de la República, en uno de los principales canales de la televisión abierta. En ella volvió a insistir en su planteamiento de dividir a los mexicanos en pacíficos y violentos, ubicándose desde luego él entre los primeros y a sus adversarios en los segundos. Es preocupante que quien dice haber ganado la elección, de acuerdo con la información proporcionada por el IFE pero sin la confirmación del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, pretenda gobernar a los mexicanos a partir de esa tajante e inaceptable clasificación que divide al país.
El señor Calderón sostiene que el proceso electoral ya terminó, que las elecciones fueron limpias, equitativas y justas, resultando él ganador en las mismas. Además, en una actitud verdaderamente contradictoria, dice por una parte tender la mano a su principal adversario, pero por otra le acusa de sembrar odio y generar violencia. ¿Cómo tomar sus declaraciones? Como las de alguien que ha perdido muy pronto la memoria o de quien ha aprendido a mentir con facilidad hasta parecernos plantado en un abierto cinismo. Los mexicanos -un alto porcentaje- estamos convencidos que las elecciones del dos de julio no fueron equitativas ni justas, pero sobre todo que no fueron limpias. El PAN y su candidato diseñaron e impulsaron una campaña de guerra sucia como no se había visto en México en muchos años. Ellos sí fomentaron el odio contra su principal adversario y prácticamente llamaron a su eliminación por cualquier medio, aunque ahora digan que le tienden la mano.
Eso no se puede olvidar, como tampoco se olvida que expresiones como la usada por Calderón sobre ?la mano tendida?, se han utilizado en el pasado, particularmente por el ex presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien al poco tiempo de pronunciarla, dirigiéndose a estudiantes y opositores a su régimen, desató una salvaje represión que dejó una gran cantidad de muertos en octubre de 1968. No pretendo insinuar nada, solamente tengo presente que el señor Calderón ha ofrecido a los dueños del dinero gobernar este país con ?mano firme? y eso puede tener muy variadas lecturas o interpretaciones. Además, conviene hacer un recuento de quién está con quién para ver de qué lado está la violencia.
Del lado del señor Calderón se encuentran autoridades panistas que han mostrado intolerancia y fomentado agresiones contra los homosexuales o que han reprimido a jóvenes globalifóbicos en entidades como Jalisco. También está la organización ultraderechista El Yunque, sobre la cual se han documentado acciones violentas por razones ideológicas. Pero sobre todo, ya referidas a esta etapa poselectoral, están quienes destruyeron carteles alusivos a la lucha por la democracia y elaborados por artistas mexicanos en la ciudad de México y los que lanzan amenazas contra la integridad de destacados intelectuales como Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis y el cineasta Luis Mandoki, entre otros. ¿Qué hemos visto del lado de Andrés Manuel López Obrador? Las concentraciones y marchas de cientos de miles de ciudadanos sin alterar el orden público, con tranquilidad y con respeto a las propiedades ajenas. Las ?tomas? simbólicas de edificios como Banamex y otros por parte de artistas y escritores. La ?invasión? al IFE por parte de algunas diputadas, acompañadas de mujeres activistas que entregaron claveles a los Consejeros y colocaron en la entrada seiscientos pollitos amarillos con un moño tricolor. ¿Dónde está entonces la violencia a la que se refiere el señor Calderón cuando habla de sus adversarios?
Al igual que millones de familias, la mía votó por López Obrador y estamos a favor de que se limpie la elección y se cuente voto por voto, para dar legitimidad a quien finalmente resulte confirmado por el Tribunal Electoral como presidente de México. Esto no nos convierte en violentos, pues nuestra trayectoria, como la de millones de mexicanos que piden lo mismo, ha sido pacífica y de trabajo. Por ello rechazo de manera rotunda la división maniquea que el señor Calderón hace al señalar que ?la fuerza de los pacíficos (que desde luego está de su lado) vencerá a la de los violentos?, (entiéndase los que apoyamos a López Obrador), Ja, Ja, Ja. ¿No encuentra usted lector en esto cierta reminiscencia religiosa que alude a la lucha entre el bien y el mal? ¿O tal vez cierto tufillo neopositivista derivado del trillado lema ?Paz, Orden y Progreso? reeditado en estos tiempos neoliberales? Sólo falta que el señor Calderón divida el país en decentes (también de su lado) e indecentes, o en ?gente bonita? y gente no bonita. Pero haga lo que haga y realice las clasificaciones que guste el señor Calderón, por ningún motivo me colocaría del lado de los ?pacíficos? que dice encabezar, pues como muchos tengo claridad de lo que hoy representa y estoy convencido que no es lo mejor para México.