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Palabra de mujer

Adela Celorio

Poniendo su mejor cara, aparecieron esta semana en la portada de una revista “del corazón” las tres suspirantes al puesto próximamente vacante de “primera dama” ¡Ojo! No confundir con el de prima donna. Beatriz Gutiérrez Mueller, la guapa novia de “El Peje” de 37 años, licenciada en Comunicación con maestría en Letras Iberoamericanas, confiesa y parece sincera: -Revista Quién 20-06- “no quisiera que Andrés Manuel fuera presidente de México. Es mucho sacrificio en términos de familia. Es verdad, por el tiempo y la energía que consume, la Presidencia de un país es incompatible con las exigencias de un amor que empieza”.

Por su parte, Isabel de la Parra, tercera señora de Madrazo de 47 años y con vagos estudios en Terapia del Lenguaje, con sus valores muy en alto: joyas de Bulgari, ropa de Emporio Armani y un reciclado pero millonario marido, se anticipa un mucho al declarar: “es probable que Roberto, Daniela y yo vivamos en una de las cabañas para seguir teniendo muy íntima nuestra vida familiar”. Y añade: “yo preferiría desocupar las oficinas que en este sexenio instalaron en la casa “Miguel Alemán” y adaptarla para recibir ahí a los grandes líderes del mundo”.

Y Margarita Zavala Gómez del Campo, esposa de Felipe Calderón, de treinta y ocho años, abogada de profesión por la Escuela Libre de Derecho y actualmente diputada federal del PAN, cuando le preguntan: ¿qué No harías como esposa del presidente? responde: “No estorbar”.

“Me queda muy claro que la persona por la que la gente va a votar es por Felipe Calderón, no por mí”.

¡Han dicho! Palabra de Mujer fue el lema de campaña que llevó a Michelle Bachelet a la Presidencia de Chile. Palabras de mujer, inteligentes, confiables, llevaron a la Presidencia de Alemania a Ángela Merkel a Gloria Macapagal a gobernar Filipinas, a Ellen Johnson, Liberia, y no está lejos el día en que los mexicanos escuchemos con atención la palabra de una mujer y con nuestro voto le otorguemos la Presidencia; aunque desde luego no será en las próximas elecciones.

Desgraciadamente tendremos que conformarnos con una nueva “primera dama” de la que sólo podemos esperar prudencia, contención y de preferencia que cuente con un proyecto de trabajo propio -como sucede con la esposa de Tony Blair en Inglaterra o Hillary Clinton en Estados Unidos- de manera que no sienta la tentación de adherirse al de su marido y se abrogue funciones que nadie le ha confiado y que como hemos visto sólo vulneran la autoridad presidencial.

Esto es más sencillo de comprender si consideramos que la esposa de un médico no tiene por qué recetar al paciente, ni nadie aceptaría que el cónyuge de una abogada litigara alegando su condición de marido.

adelace@avantel.net

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