El secreto y la llave es la autodisciplina
Todas las personas (a excepción del reducido número que padece alguna enfermedad mental grave) gozamos de la capacidad para forjar planes y para materializarlos en la realidad. El estudio de miles de personajes destacados en todos los campos de la ciencia, arte, negocios, etcétera, ha demostrado que se trataba de personas semejantes a nosotros, sin ninguna capacidad sobresaliente. De hecho, los genios de la humanidad han sido muy pocos.
¿En qué ha consistido, pues, que una gran cantidad de seres humanos haya sobresalido, sin contar con capacidades sobresalientes?
La razón fundamental es la siguiente: esas personas se han propuesto metas lo suficientemente valiosas, que les permiten estar siempre muy motivadas. Además, son personas con una férrea autodisciplina. Al final de cuentas, lo decisivo es la altura y nobleza de lo que nos proponemos y la cantidad de energía que dediquemos a esos propósitos. Sin propósitos elevados, nuestro corazón, nuestro ánimo no será estremecido; y los puros propósitos altos pero sin la aplicación de la debida energía, no podrán ser realizados. Se trata que alteremos nuestra mente, nuestra conciencia y nuestras emociones. Si deseamos con gran fuerza alcanzar nuestros propósitos estaremos, como dijo Cicerón: ?tocando con el dedo el cielo?.
Nuestros nobles y altos propósitos tenemos que desearlos fuertemente, pues sólo de esta manera: ?cada cual hace un dios de su ardiente deseo? (Virgilio), pues como bien decía el novelista francés, Honorato del Belzac, ?quienes desean con fuerza algo, son siempre complacidos por la casualidad?.
Ya Goethe nos había dicho, que cuando forjamos planes con un ardentísimo deseo, empieza a sucedernos cosas muy extrañas: nos llegan ayudas inesperadas para nuestros proyectos, suceden acontecimientos que nos facilitan nuestros planes y empiezan las situaciones a acomodarse de tal manera, como si la naturaleza se pusiera a nuestro servicio para ayudarnos eficazmente a realizar lo más querido por nosotros.
Pero existe un valiosísimo secreto, una llave de oro que tenemos que atender para que nuestras metas elevadas se cumplan. No sólo se requiere planes muy queridos, ni el ciclo se completa con la aplicación de nuestra energía personal para tales propósitos. El secreto y la llave es la autodisciplina. La naturaleza rechaza las chapuzas y los atajos.
El roble no se hace fuerte con los cuidados que requiere una rosa. El roble necesita vientos fuertes, de luchas contra las inclemencias de la naturaleza. Nuestros planes necesitan la autodisciplina y una buena disciplina requiere tiempo suficiente, amor, cuidado en nuestras acciones. Cuando amamos algún propósito, ese fin es valioso para nosotros (educar a nuestros hijos, mejorar nuestras relaciones personales, cuidar nuestra salud, emprender un negocio, etcétera) y por ello le dedicamos el tiempo suficiente y toda nuestra atención posible.
Para el filósofo inglés, John Stuart Mill: ?la disciplina es mucho más poderosa que los números y la disciplina, esto es, la perfecta cooperación, es un atributo de la civilización?. Poéticamente lo expresó en su Glosario, Eugenio D?ors: ?únicamente gana el cielo del poder el que ha pasado por el purgatorio de la disciplina?.
Critilo nos recuerda: planes fuertemente queridos; energía suficiente aplicada a nuestros proyectos y una férrea autodisciplina que nos lleve a la laboriosidad constante y duradera. Y Critilo nos da esta sabia reflexión de Mqaquiavelo: ?donde hay buena disciplina, hay orden y rara vez falta la buena fortuna?.
Agradeceré sus comentarios a: palabrasdepoder@yahoo.com.mx
