Si quieres que estén sometidas todas las cosas a ti, primero sométete a la razón
La naturaleza imprimió en el código genético de todos los animales, el ?instinto de conservación?. El ?instinto? es un estímulo interior que determina a los animales a una acción dirigida a la conservación o a la reproducción. Por ello, todo animal trata de escapar y de prevenir todo peligro contra su vida, así como se esfuerza en obtener el alimento y el resguardo que le permita seguir viviendo.
Los seres humanos, también fuimos dotados por la naturaleza de este ?instinto de conservación?, pero además, gozamos de la razón, como suprema facultad humana que nos permite discurrir y tener conciencia del pasado, del presente y del futuro. Tan grande es esta facultad, que mucha razón tuvo Séneca al escribir: ?Si quieres que estén sometidas todas las cosas a ti, sométete primero a la razón?.
Nuestra razón, que pobremente utilizamos, es lo único que puede permitirnos conocer el valor y la importancia de las cosas y situaciones y con ello, poder elegir de entre varias opciones la mejor y en las situaciones más forzadas, elegir aquello que nos cause un mal menor. Si bien nuestro ?instinto de conservación? puramente animal, nos inclina a proteger a nuestros hijos, es la razón la que genera en nosotros ese gran amor por nuestros hijos y nuestros seres queridos, así, como construir lazos de solidaridad con otros seres humanos y establecer relaciones cordiales con los demás.
La razón es la suprema facultad que nos lleva a averiguar la verdad de las cosas, potencia que nos inclina poderosamente a investigar, a conocer, a profundizar en los secretos de la naturaleza y de nosotros mismos. Es la naturaleza, el inmenso espacio que atrae poderosamente a nuestra razón, inteligencia o entendimiento, permitiéndole al ser humano el despliegue de todas las potencias de su alma.
Esto lo concibió muy bien el filósofo inglés Hume, al decir: ?El arte confecciona un vestido; la naturaleza produce un hombre?.
Nuestra razón no solamente quiere conocer la verdad de las cosas, sino que exige conocerlas. Esta fuerte inclinación le hizo pensar a Cicerón, que ?deseamos ver, oír y aprender alguna cosa y juzgamos que contribuye muchísimo para vivir dichosos el conocimiento de lo más oculto y admirable; de donde se colige que lo verdadero, simple y sincero es lo más conforme a la naturaleza del hombre?.
Para Cicerón, va ligada la grandeza de ánimo con el desprecio de los acontecimientos humanos. Esta amalgama es fruto sólo de la razón, produciéndose a la vez, la fortaleza, como una de las virtudes superiores.
Para Critilo, muchas son las ventajas de un uso adecuado de nuestra razón. Para empezar, toda la moral y las buenas costumbres dependen de esa facultad. El decoro en nuestro comportamiento, el orden en nuestras vidas, el respeto a los demás, lo atinado de nuestras opiniones, la prudencia y una interminable cantidad de beneficios depende del buen uso que de nuestra razón hagamos cada día.
Defendamos lo más noble de nuestro ?instinto de conservación? que está impreso en nuestro código genético, pero impulsémonos siempre a depurar nuestro espíritu cada día, con el encuentro de la verdad, la belleza, el conocimiento y con el ejercicio de nuestras acciones nobles fortalecidas por nuestros sentimientos, e iluminadas por el faro de nuestra razón.
Agradeceré sus comentarios:
palabrasdepoder@yahoo.com.mx