Una respuesta blanda aquieta la ira, una palabra áspera enciende la cólera
¿La mansedumbre es una virtud, una debilidad del corazón, un estado emocional pasajero; o bien, que es en definitiva?
La mansedumbre es una apacibilidad y benignidad en la condición o en el trato. Entre los animales, es imposible que un animal feroz o bravo, pueda ser manso. Igualmente, es imposible que una persona cruel y malvada pueda mostrar una real mansedumbre, pues la crueldad rechaza y desprecia lo benigno y lo apacible. Apacible sólo puede serlo aquel ser humano que goce de una naturaleza dulce de corazón. La mansedumbre es hermana de la afabilidad y de la benevolencia.
Los sicólogos nada nos dicen de la mansedumbre, pero en cambio, los personajes de Dostoievski, de Tolstoi y de Shakespeare, calan profundamente, en la naturaleza de esta virtud. ¿Es la mansedumbre más propia de las mujeres que de los hombres? Decir que sí, sería aceptar que esta virtud como otras, traerían en su esencia una naturaleza sexuada hacia lo masculino o lo femenino. Las virtudes, por esencia, no pueden ser femeninas o masculinas. Pero sí en cambio, la naturaleza femenina o viril, se inclina con mayor facilidad a una o a otra virtud.
En un guerrero, la tendencia es más fuerte a matar, que a dar vida; en cambio dar vida es propio de toda madre. El vicio de la avaricia domina más al corazón del hombre, que tiende más a la codicia, que en la mujer, cuya naturaleza es más proclive al sacrificio (?dicen que las armas son los miembros del guerrero?; escribió Cicerón en su obra las Tusculanas).
Por supuesto, que el sexo es importante en todas las virtudes y en todos los vicios, pero no es determinante. Toda virtud, como todo vicio, lleva su carga genética masculina o femenina, pero también la cultura contribuye a modelar las virtudes (?cada cual, sus poder, cada cual, su fuerza?, dijo el poeta latino Lucrecio).
Lo más cercano a la mansedumbre es la bondad (?Nada es tan popular como la bondad?, escribió Cicerón). Y la bondad no es un territorio exclusivo de las mujeres; y en consecuencia, aún cuando la Mansedumbre sea más propia en las mujeres, como virtud, es propia también de los hombres y en muchos casos, la mansedumbre es una sobresaliente virtud masculina.
Además, la mansedumbre anida en el alma de los prudentes. Ya lo dijo el Rey Salomón en la Biblia: ?Una respuesta blanda aquieta la ira, una palabra áspera enciende la cólera?.
Jamás podría existir la virtud de la mansedumbre en las guerras, en los crímenes, en la violencia, en la crueldad, en la violencia y en la brutalidad. La mansedumbre no goza de mucho prestigio, y menos en las sociedades en las que la codicia, la competencia, el triunfo a toda costa y la ambición por el poder o el estatus, son los trofeos a perseguir.
Ghandi, a quien no se ha estudiado como se debiera, derrotó la brutalidad inglesa, gracias a la mansedumbre. Su resistencia civil estaba fundada en la paz y en la esperanza de que podría lograr la independencia del Imperio inglés, si podía contagiar a sus seguidores, de profundos sentimientos de paz, afabilidad y benignidad.
Critilo nos recuerda que cada virtud constituye una sublime expresión del alma humana y que no hay virtud donde no reina la integridad de ánimo y bondad de vida. El mundo caótico en que vivimos necesita para su propia supervivencia, de comportamientos como la mansedumbre, virtud propia de almas nobles y corazones pacíficos.
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