Lo más importante de todo es cumplir honestamente con nuestras obligaciones
Para San Agustín, ?Negar la verdad es un adulterio del corazón?. Y, Aristóteles, que fue discípulo de Platón, tenía en tan alto valor a la verdad, que llegó a decir: ?Soy amigo de Platón, pero aún lo soy más de la verdad?.
La verdad es la conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente; es la conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa.
A lo largo de la evolución humana, desde los orígenes más remotos del hombre, la conformación del cerebro humano fue perfeccionándose en gran parte, a la necesidad que tenían los hombres de poder distinguir lo falso de lo verdadero. Si en los albores de la humanidad, el ser humano no hubiera sentido una enorme necesidad de conocer la verdad, los humanos como tales, no existiríamos hoy en día.
Para Cicerón, el conocimiento de la verdad es el principio más natural del hombre, y sobre esto, nos dice: ?Porque a todos nos arrebata y nos dejamos llevar todos del deseo del saber, en lo cual tenemos por honroso sobresalir; y al contrario, tropezar, no saber, errar y ser engañados, lo tenemos por vergonzoso y malo. Pero en esta curiosidad, tan natural y noble, se ha de evitar dos escollos: uno, el tener lo incierto por averiguado y asentir a ello temerariamente; vicio que para evitarlo el que lo desee (aunque todos deben tener este deseo) es necesario que gaste tiempo y cuidado en considerar las cosas.
El otro defecto es, que muchos emplean demasiado estudio y trabajo en cosas difíciles, de mucha oscuridad y de poca importancia. Evitados estos dos vicios, toda la diligencia y cuidado que se dedique a cosas honestas y dignas de saberse, merece con razón alabanza? Mas no se cumple con la obligación (de dedicarnos a cosas dignas de saberse), si por el estudio de ellas nos apartamos de nuestros negocios privados o los públicos, o los abandonamos. Porque toda la alabanza de la virtud consiste en la acción, la cual, no obstante, se interrumpe muchas veces, y hay sus tiempos de volvernos a los estudios?.
El poeta alemán Goethe, a lo largo de toda su vida, destacó el inmenso valor de la verdad. Inclusive, su autobiografía la tituló con el nombre: ?Poesía y Verdad?. Pero también Goethe siempre recomendó que nos dedicáramos a las cosas que pudiéramos entender, y que dejáramos a un lado lo incomprensible.
Igualmente, nos recomendaba dedicarnos a estudiar lo que nos reportara un provecho para mejorar nuestras vidas y que nos alejáramos de esos estudios que en nada contribuyeran a depurar nuestro espíritu.
Quevedo, por su parte, nos alentaba a conocer la verdad y a ocuparnos de estudios que mejoraran nuestras vidas y las de los demás. Pero también, siempre nos aconsejó en sus obras, que lo más importante de todo consistía en cumplir honestamente con nuestras obligaciones. Nos decía, que nada era más insensato que ser descuidados y negligentes en nuestros asuntos y en esperar a que otros nos los resolvieran.
Para Critilo, estas reflexiones de Cicerón Goethe y Quevedo, constituyen oro molido para nuestras vidas: dedicarnos a la verdad; estudiar materias que perfeccionen nuestra inteligencia y espíritu; estudiar lo comprensible y útil; y jamás descuidar nuestras obligaciones privadas y públicas, pues la negligencia y descuido de nuestras obligaciones, atenta contra nosotros mismos.
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