Hay que otorgarle más confianza a esas voces interiores y corazonadas que nos hablan y nos avisan
Napoleón escribió: ?Casi nadie es débil sino por pereza o por desconfianza de sí mismo?. Comúnmente tendemos a pensar que los seres humanos somos muy débiles tanto en lo físico como en lo sicológico y en lo moral. Se trata de esas falsas creencias que se repiten tanto, que terminan convirtiéndose en sentencias como si fueran verdaderas.
En la línea de la evolución humana, nuestros antepasados ya existían hace más de dos millones de años. Es cierto, que jamás podremos tener la vista del lince, la fuerza de un toro, la agilidad de una gacela, ni la capacidad para resistir a los virus y bacterias, que sí tienen las tortugas. Y en el plano moral, los seres humanos somos muchísimo más rectos que lo que parece: los crímenes de todo tipo existen y más de dos millones de norteamericanos están hoy en día en las cárceles de ese país. Pero Estados Unidos posee una población mayor a los 300 millones de personas.
Por cada acto inmoral y dañino a la sociedad, se dan cientos y miles de actos buenos. En las calles de cualquier ciudad del mundo suceden cosas muy malas, pero en esas calles, no hay escenas de espanto y maldad de manera crónica. En lo general, la moralidad de los seres humanos es la regla, y la maldad, es sólo la excepción.
Comúnmente también se cree que las personas somos muy débiles para resistir los embates de la vida: frustraciones, sueños hechos pedazos, un medio ambiente hostil, confrontaciones con otras personas, una niñez desprovista de cariño, etcétera. Más, la necesidad de adaptarnos a vivir de una manera en la que podemos concebir nuestras expectativas junto a logros muchas veces escasos. Toda esta manera de pensar ha creado toda una industria que se afana en convencernos que estamos casi todos necesitados de una permanente ayuda de consejos exteriores sin los cuales no podríamos llevar una vida medianamente saludable en lo emocional.
Después de haber vivido seis décadas me he dado cuenta que las personas, independientemente de nuestra condición cultural, social y económica, estamos mucho mejor preparados para hacerle frente a todas las dificultades de la vida, que lo que nos han querido convencer en sentido contrario.
¡Claro que nos equivocamos con mucha frecuencia, que no juzgamos las cosas en su justa dimensión, y que decidimos muchas veces sin tener todos los elementos a la mano! Pero aún así, la vida nos ha venido proporcionando a la gran mayoría de las personas una riquísima experiencia de la que no tenemos conciencia, pero que sí aplicamos en la mayoría de las veces. Experiencia que nos permite corregirnos a medio camino y otras veces, a sacar provecho aún de nuestros propios errores.
Critilo cree firmemente que nuestro sentido común es más amplio y sabio que lo que pensamos. Napoleón escribió: ?Yo amo al gran sentido común que discurre por las calles?. ¿Cuál podría ser, pues, el valor de esta Columna? Creo, que el valor consistiría en que tenemos que otorgarle más confianza a esas voces interiores y corazonadas que nos hablan y avisan, y a las que muchas veces despreciamos porque son nuestras, cuando lo que esperamos es el consejo deslumbrante de otro, aún cuando ese consejo sea dado con la más buena intención, no necesariamente tiene que ser el adecuado. ?Aconsejarse es de sabios?, dice el refrán. Y por supuesto que hay que recurrir al consejo de personas de experiencia en situaciones difíciles y en donde nuestro corazón nada nos dice. Pero en situaciones normales, ya contamos con un gran consejero: nosotros mismos.
Agradeceré sus comentarios: palabrasdepoder@yahoo.com.mx