No importa tanto lo que el tiempo haga con nosotros, sino lo que nosotros hagamos con el tiempo
Cada día tenemos la oportunidad de depurar nuestro espíritu, escribió Goethe. Es decir, tenemos la oportunidad de limpiarlo, de purificarlo. Depuramos nuestro espíritu, en la medida en que respetamos las cosas más valiosas de nuestra inteligencia y de nuestras emociones: la verdad, el encanto por la belleza, el respeto por la naturaleza, el cumplimiento de nuestros compromisos, los valores de la lealtad, la generosidad, el aumento de nuestra capacidad de asombro, etc.
Contamos con una gran cantidad de recursos de todo tipo en nuestra persona; pero estos recursos tienen que ser explotados, usados, para bien nuestro y de los demás. Si nuestra gran riqueza de recursos humanos no la usamos, nuestro espíritu se encoge, nuestra alma se achica, y nuestra vida languidece. Y si nuestra riqueza interior la usamos, nuestros recursos no se agotarán, sino que seguirán fluyendo, como sucede con tantas fuentes de agua, en las que brotan incesantemente para dar vida a prados, animales y flores.
Si a nuestros recursos espirituales y emocionales no les permitimos fluir, no solamente no los podemos conservar, sino que se perderán para siempre. Pero las personas nos enfrentamos con un serio problema: pensamos que nuestros recursos en cualquier momento podemos hacer uso de ellos; creemos, ingenuamente, que tenemos una eternidad por delante, que disponemos para emplear nuestros dotes cuando queramos. Pero esto no es así; y aún cuando así fuera, el empleo de nuestro gran potencial interior sería estéril ya usarlo: para qué queremos nuestra ternura y palabras de amor a nuestros hijos, si ya crecieron y nuestras palabras ya no las necesitan. Para qué querer emplear nuestra vista a fin de contemplar la naturaleza, si ya no sabemos distinguir lo feo de lo hermoso; qué sentido tiene aplicar nuestra inteligencia a determinada actividad, si nuestro gusto para esa tarea ya no existe; para que esforzarnos en reflexionar en los bellos temas de la vida, si ya la vida no nos interesa y ha perdido para nosotros todo su encanto; qué sentido tiene armarnos de coraje y audacia para esos valiosos proyectos, si la situación donde tenían cabida ya no la tienen.
Explotar nuestros recursos de todo tipo no es un juego; es uno de los compromisos más serios que podemos asumir ante la vida. No importa tanto lo que el tiempo haga con nosotros, como decía Goethe, sino lo que nosotros hagamos con el tiempo que nos toca por vivir. ?Breve e irreparable es para todos el tiempo de la vida?, escribió el poeta Virgilio. Y de lo que no somos conscientes, es de que contamos con el suficiente tiempo para depurar cada día nuestro espíritu, como bien lo dijo el romano Cicerón: ?Para vivir como es debido, el breve tiempo de la vida es bastante largo?.
Critilo piensa, que de una vez por todas, tomemos la firmísima decisión de aprovechar nuestros talentos. No es tanto un problema de talento, sino de constancia y de esfuerzos, tal y como lo dijo la escritora inglesa Doris Lessing: ?El talento es algo bastante corriente. No escasea la inteligencia, sino la constancia?. Si explotamos nuestros recursos, no le estaremos quitando nada a nadie, y sí en cambio, estaremos contribuyendo al mejoramiento de nosotros y de muchas personas.
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