El corazón tiene sus razones que la razón desconoce
Todos los poetas de la humanidad y en general todos las personas hemos elegido la palabra ?corazón?, como la preferida para identificarla con el amor, el cariño, la benevolencia y la buena voluntad. Le abrimos a una persona nuestro corazón, cuando le mostramos nuestros sentimientos, alegrías y pesares. Decimos que alguien es blando de corazón cuando de todo se compadece. Hablamos con el corazón, cuando decimos lo que sentimos verdaderamente. Se nos parte el corazón cuando nos entristece una pena propia o ajena. Tiene un ?corazón de piedra?, aquel que es insensible a los males ajenos.
Nuestro corazón, como símbolo de nuestros sentimientos nobles, es la parte más sublime del alma. Cuando la mente sella nuestros labios, nuestros seres queridos seguirán escuchando nuestro corazón con el recuerdo del amor que les brindamos. Parece ser, como si las ciencias y el progreso económico quisieran hacer a un lado el corazón y hacer de la ?inteligencia? el nuevo dios que todo lo puede e ilumina. Estas personas que todo lo miden con la vara del progreso, de la eficacia y que pretenden congelar toda expresión del corazón, no han reparado, que aún ellos mismos son movidos por las explosiones del corazón. La frenética actividad económica, la avasallante competitividad, la supremacía de los poderosos ante la indefensión de los débiles, no encuentran su detonante, como ellos creen, en la inteligencia, sino en la parte oscura y enferma del corazón: la codicia, la envidia, la soberbia, el desprecio.
Aún los grandes triunfadores en las guerras, los brillantes inventores, los brutales multimillonarios hechos a costa de miles de pobres, han encontrado su fuerza y poderosa motivación, en las rígidas y fuertes fibras de su gélido corazón.
Y aquí llegamos al núcleo de esta reflexión: ¿es posible, que todas las fibras sanas de un corazón puedan vibrar ante la riquísima gama de los sublimes sentimientos, cuando lo que domina es la cabeza, la inteligencia? Creo que ello es absolutamente imposible. Quien vio este problema con una asombrosa genialidad fue Nietzhche al reflexionar: ?No son pocos los que no encuentran su corazón hasta que no han perdido su cabeza?. Nietzche quiso decir, que solamente cuando le retiramos a nuestra vida el monopolio de la inteligencia, es cuando podemos encontrar nuestro corazón; y encontrarlo es aceptarlo, implica entronizar nuestros sentimientos más sublimes como el motor principal de nuestras vidas.
Cuando perdemos la cabeza, sólo así, encontraremos nuestro corazón, se dará en nosotros una sabiduría muy superior a la que puede producir nuestra inteligencia. Ya lo dijo la escritora francesa George Sand: ?El corazón tiene sus razones que la razón desconoce?. Y esto es así, porque como lo dijo el escritor inglés Charles Dickens: ?El corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el perfecto conocedor de los hombres las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico?.
Critilo nos sugiere que curemos y fortalezcamos a nuestro corazón, pues como dijo Shakespeare, ?Los grandes corazones producen grandes hechos?. La sola cabeza es fría y enemiga de lo más auténticamente humano. Por esto, el escritor francés y premio Nobel, Anatole France, tenía razón cuando escribió: ?Las verdades que revelan la inteligencia permanecen estériles. Sólo el corazón es capaz de fecundar los sueños?. Si queremos ser más sabios y felices abrevemos de las fecundas fuentes de nuestro corazón, que están repletas de sentimientos sublimes. ¡Pero para esto necesitamos ser valientes y confiados: perdamos con frecuencia nuestra cabeza, para poder encontrar nuestro corazón!
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