En todas las cosas de la vida se encuentra placer, si se saben saborear
Del filósofo Epícuro nacido en el año 342 a.C., hemos hablado muy poco en éstas Columnas. Este gran pensador defiende la idea del Placer, como el fundamento natural, fácil y sólido de la felicidad personal. Este filósofo ha sido acusado de defender un descarado sensualismo y de ser un declarado materialista. Epicuro ha sido malentendido; se trata de un pensador que siempre insistió en la moderación de los deseos, en el rechazo de todos nuestros temores irracionales, y en llevar una vida sencilla, disfrutando los placeres lícitos que la vida nos ofrece. Nietzche, una de las inteligencias más deslumbrantes de la humanidad, fue un profundo admirador de Epícuro.
Para algunas religiones y sectas religiosas, el placer es absolutamente condenable. Incluso, hoy en día, en las naciones de Occidente, hablar de los placeres resulta incómodo para un gran porcentaje de personas. Con los placeres, nos pasa algo muy contradictorio: en nuestro interior, una gran cantidad de personas, quisiéramos vivirlos intensamente, y en una gran diversidad: pero externamente, el tema no lo tocamos, y cuando aparecen ante nuestra conciencia, hay quienes se sienten inmorales y pecadores.
Hablar de los placeres de la vida, se ha convertido en un tema vergonzoso, confuso, y para algunos, en una cuestión propia de personas inmorales. Es tanta la confusión de esta idea, que ya casi ni sabemos en que consisten los placeres.
Comúnmente se piensa, que tanta dedicación a los placeres, ha conducido a naciones como la de Estados Unidos, Francia, Italia, Suecia, etcétera, a vivir en tal desorden moral, que por ello, se da en esos países un porcentaje de sus habitantes muy alto, que son adictos al alcohol, el sexo, las drogas, la gula, y los placeres de todo tipo.
Esta visión es verdaderamente impresionante, por ser una opinión absolutamente equivocada. La realidad es todo lo contrario: En esas naciones, un alto porcentaje de sus habitantes nunca han tenido, y otros han perdido el gusto y el arte de vivir intensamente los placeres de la vida.
Cuando alguien ha perdido el placer de comer, lo más seguro es que se lance a la gula y a la glotonería, conductas contrarias al placer de comer. Cuando se ha perdido el placer de admirar la belleza femenina y los goces del erotismo, es cuando aumenta la prostitución, la adicción al sexo y la pornografía; estos son vicios y no placeres. Cuando hemos perdido el placer de acariciar a nuestros seres queridos, de gozar de las bellezas de la naturaleza, de disfrutar el placer de escuchar música, no nos queda más refugio que la música estridente, y las obsesiones de todo tipo.
Los países ricos como Estados Unidos, Japón Alemania, Francia, Inglaterra, han aumentado el confort y la comodidad, pero se han hecho casi insensibles al goce de los placeres sensuales, estéticos, intelectuales, emocionales y artísticos. El placer consiste en un contentamiento del ánimo, en experimentar sensaciones agradables. Los animales, lo que más evitan es aquello que los pueda matar o hacer sufrir; y van tras el placer de una manera normal, como el apareamiento. Al hombre, lo que más le domina es el miedo al dolor físico y lo que pueda conducirlo a la muerte.
Pero toda persona, dado el complejo y maravilloso desarrollo del cerebro, tiende a gozar del mayor número de placeres. Todo placer normal tiene su grado de intensidad y de prolongación. Cuando un placer es más intenso o prolongado de lo debido, deja de ser placer, para convertirse en vicio. El adicto al sexo, a las drogas y a la comida, no siente placer en sus excesos; más bien, sus adicciones se deben a que han perdido la capacidad para experimentar los placeres normales de la vida; por eso se dice, que todo adicto lo es, porque se está fugando de algo, y porque sólo en el exceso, puede soportar la vida.
Para todo tipo de adicto, sus adicciones no son placeres, sino sufrimientos que buscan para poder soportar una vida que en lo general ya no aguantan.
Critilo nos deja esta máxima de Ganivet: ?En todas las cosas de la vida se encuentra placer, si se saben saborear?. Disfrutar de los placeres que a nadie dañen y que sean lícitos, le daría a nuestra vida no sólo un mayor encanto, sino una robusta salud del alma.
Agradeceré sus comentarios: palabrasdepoder@yahoo.com.mx
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