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Palabras de Poder

Jacinto Faya Viesca

Lo que no comprendemos no lo poseemos

¿Si estamos convencidos que somos pesimistas, realmente podríamos convertirnos en personas optimistas? ¡Por supuesto que sí podremos!, pero el primer paso indispensable que tenemos que dar, es comprender en qué consiste el Optimismo, ya que sin esa comprensión no sería posible, tal y como lo dijo el poeta GOETHE: ?Lo que no comprendemos no lo poseemos?. O como dijo otro pensador: ?Lo que no está en mi conciencia no me pertenece?.

El Optimismo es un sistema filosófico que atribuye al universo la mayor perfección posible. Y en el plano emocional, consiste en la propensión a ver en las cosas el aspecto más favorable. Para toda persona religiosa, creyente, el Optimismo, dice el filósofo y teólogo alemán WALTER BRÚGGER, es ?la concepción según la cual el mundo existente, como expresión necesaria de la sabiduría y de la bondad divinas, es el mejor de todos los posibles?. A un creyente, debería bastarle, que la sabiduría y la bondad divinas, hacen de nuestro mundo ?el mejor de todos los posibles?.

Una importante y firme creencia puede tener en nuestras vidas efectos devastadores, o bien, sorprendentes efectos para nuestro permanente bienestar. Creemos algo, cuando damos por cierto una cosa que no está comprobada o demostrada. Y el que cree que es un pesimista porque ?así nació?, y porque él desde siempre ha tendido a ver las cosas por su lado oscuro, porque así es su manera natural de pensar y de sentir, está sosteniendo firmemente la creencia de ser un pesimista, sin que su pesimismo esté comprobado como una cuestión natural y de nacimiento. Nadie nace optimista ni pesimista; nos vamos haciendo de éstas maneras a través de la vida.

Desafortunadamente, nuestro pesimismo invade todas las áreas de nuestra vida; su gota de tinta negra quita la claridad y transparencia al agua más cristalina. Nuestros pensamientos y sentimientos pesimistas son tan corrosivos, que oxidan y obstruyen todas las articulaciones de nuestro espíritu y de lo que pudieran ser, conductas eficaces. Y a su vez, nuestros pensamientos optimistas nos conducen a sentimientos de esta misma índole, convirtiéndose en actitudes y conductas eficaces y victoriosas.

Pedirle a un pesimista que se convierta en un optimista, sería tanto como pedirle a un padre que quiere mucho a su hijo, que deje de quererlo: algo imposible. Por ello, lo primero que un pesimista tiene que destruir, es su creencia absolutamente equivocada, de que ?así nació?. El pesimismo no es como el color de los ojos, la estatura, o como algunas facultades prodigiosas para la música y las matemáticas: cualidades que ya están impresas en nuestro Código Genético. Nadie ha descubierto el gene del pesimismo y no lo encontrará, pues el pesimismo es un sistema filosófico que atribuye al universo la mayor imperfección posible. Y en el plano emocional, consiste en una tendencia a sostener una desesperanza exagerada a ver y juzgar las cosas en su aspecto más desfavorable. Para el filósofo y teólogo alemán BRÚGGER, ?Metafísicamente, el pesimismo consiste en la doctrina de que la esencia de las cosas es fundamentalmente mala, o de que en el mundo el mal físico y moral prevalece sobre el bien?. BRÚGGER nos dice, que: ?La superación del pesimismo viene esencialmente dada por la doctrina del carácter valioso del ser?.

En esta Columna, el tema del Optimismo va a ser tratado permanentemente, y ya iremos viendo cómo es posible ir adquiriendo las habilidades necesarias para desintegrar el principal obstáculo para convertirnos en unos permanentes optimistas. Ese obstáculo es la irracional, incomprobada, injustificada y falsa creencia de que somos pesimistas porque ?así nacimos?, y porque ?así somos?.

La más importante reflexión de esta Columna, nos dice Critilo, es darnos cuenta, tomar conciencia, de que mientras no desintegremos esa cancerosa creencia de nuestro ?pesimismo biológico?, nada podremos hacer.

¡Empecemos a destruirla!: apuntemos en un cuaderno especial, todas las veces que hemos triunfado y que nos hemos opuesto con éxito a las adversidades. Apuntemos que mucho de nuestro pesimismo nos viene porque alguno o los dos de nuestros padres, son o fueron personas pesimistas. No querer ser como ellos en su pesimismo no es traicionarlos, sino al contrario, honrarlos, al tomar nosotros conciencia de que nuestros padres siempre han querido o quisieron para nosotros, que fuéramos personas felices.

Creamos en BUDA (vivió 600 años a.C.), que dijo: ?Siendo reconocido que las cosas han de transformarse, todavía hay quienes se aferran a ellas??.?.

Agradeceré sus comentarios: palabrasdepoder@yahoo.com.mx

Ya está a la venta el libro ?Palabras de Poder?, con la recopilación de las primeras 195 Columnas. Informes: Tel. 712-35-89.

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