Gocemos el día que vivimos, mañana sólo seremos cenizas, sombras y recuerdos
?Lo que no me mata me fortalece?, lo dijo NIETZSCHE. Pero parece, que no hemos aún comprendido, que la vida será para todos una serie interminable de problemas. Y menos comprendemos que sólo los problemas y las dificultades nos permiten madurar, crecer y hacernos fuertes. Y es que el problema radica en que la sociedad contemporánea con todos sus avances en la ciencia, nos han hecho creer que nuestra vida debe ser de ?color de rosa?.
No queremos aceptar como dijo el poeta VIRGILIO en el capítulo XI de su Eneida, que ?Abre al fin el dolor a su voz paso?; y cuando esto sucede nos quedamos ?Petrificados por la Congoja?, como bien lo advirtió el poeta OVIDIO, en el capítulo VI de su obra Metamorfosis.
Irracionalmente le exigimos a la vida una permanente serenidad, propia de las tumbas y no de los seres vivos; no nos damos cuenta que esta serenidad de los sepulcros no es propia de la vida.
Y por ello tiene toda la razón SÉNECA cuando escribió: ?Desgraciado es el ánimo al que el futuro le inquieta?. No sólo queremos un presente perfecto y sin dificultades, sino que irracionalmente le exigimos a la vida la certeza de un futuro sin problemas. Y con esto, lo único que hacemos, es tratar de vivir una vida de fantasías y no una vida de realidades. Pero esto no es así ni así puede serlo, y ya poéticamente lo dijo el poeta HORACIO en su obra Arte Poética: ?Fórjanse vanas fantasías, semejantes a los sueños de un enfermo?.
La persona sana es la que está metida de lleno en la vida, entre problemas, retos y dificultades; sabiendo también, que esa misma vida nos ofrece mieles, victorias y dulzuras, sólo que la exigencia de un futuro seguro, lo único que hace es retirarnos de la verdadera vida, exigiendo caprichosamente un futuro cierto, claro y despejado. No creo, que esta exigencia sea más realista y sabia que la reflexión del poeta HORACIO, que nos describe en una de sus Odas: ?Cubren los Dioses prudentes con densa noche los sucesos del porvenir, y burlándose del mortal que lleva sus inquietudes más allá de lo que debe... Feliz es, y dueño de sí mismo, aquel que puede decir: ?He vivido?, y al otro día oscurezcan el aire tristes nubes, y haya despejado sol?.
Exigirle a la vida un certificado de seguridad absoluta de que todo saldrá bien, nos roba la posibilidad de disfrutar una vida que nos trae de todo: males y bienes, siempre entreverados.
Exigirle a la vida una vida sin problemas, es sufrir antes de tiempo, ante males que aún no nos han acontecido; nos puede suceder lo que HORACIO nos advirtió en una de sus Odas: ?Le inquieta el trayecto, numera los días, mide su vida por el espacio recorrido, y atorméntanle sin cesar la idea del suplicio que le espera?.
¡Tengamos coraje ante lo que pueda venir, tal y como lo predicó SÉNECA: ?Si caes en tierra, combate de rodillas?. Mejor, vivamos con esperanza y aprovechemos este día que es cierto y está con nosotros.
Vivamos como lo pide el poeta PERSIO: ?Gocemos, que sólo nuestros son los días que vivimos. Pronto serás ceniza, sombra y recuerdos?.
¡No temamos a los problemas presentes y menos a los futuros, que además no sabemos si tendremos aún vida para sufrirlos! Llenémonos de fortaleza, nos pide Critilo, pues esta virtud sí puede estar en nuestras manos. Virtud enorme que nos puede llenar de serenidad y de grandeza. ¡Somos más fuertes que nuestros problemas!
¡Qué razón tuvo el poeta HORACIO cuando escribió: ?De este modo la encina de las negras y frondosas selvas de la ALGIDIA se fortalece bajo los redoblados golpes del hacha y sus pérdidas, tajos y aún el hierro mismo que la golpea danle nuevo vigor?.
Agradeceré sus comentarios: palabrasdepoder@yahoo.com.mx
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