El amor propio termina por engañarnos y nos induce a errar sobre nosotros mismos
El filósofo y científico BLAS PASCAL, nos dice que ?La naturaleza del amor propio y de éste yo humano, es de no amar sino a sí mismo, y de no considerar sino a sí mismo. ¿Pero que podrá hacer? No podría impedir que este objeto que ama esté lleno de defectos y de miserias: quiere ser grande y se ve pequeño; quiere ser feliz y se contempla miserable; quiere ser perfecto y se ve lleno de imperfecciones; quiere ser objeto de amor y de la estima de los hombres, pero ve que sus propios defectos no inspiran sino menosprecio y aversión?. La persona que siente un fuerte amor propio, se cuida muchísimo de que los demás no se den cuenta de sus defectos; si alguien advierte sus defectos, sufre por ello y jamás soporta que le hagan ver sus deficiencias.
El ?amor propio? es prácticamente lo mismo que el egoísmo, pues éste consiste en un inmoderado amor que uno tiene a sí mismo y que le hace ordenar todos sus actos al bien propio, sin cuidarse del de los demás.
Para GUISEPPE BARRET, ?El amor propio es un traidor que siempre nos adula y lisonjea y que no intenta más que engañarnos e inducirnos a error?. PASCAL tiene razón: el que padece de ?amor propio?, si quiere ser grande, termina viéndose pequeño; y si pretende ser perfecto, acaba viéndose lleno de imperfecciones. Y esto sucede así, pues como bien lo dijo BARRET, el ?amor propio? termina por engañarnos e inducirnos al error sobre nosotros mismos. Y el secreto de este problema consiste en que la persona que padece de la deficiencia del ?amor propio?, siempre está descentrado. En el fondo, estas personas son pésimas conocedoras de sí mismas, los que los conduce a oscilar entre pretender ser perfectos y sentirse miserables. El francés BONNIN, en uno de sus pensamientos expresó: ?El amor propio está en el ánimo, así como la sensibilidad física está en el cuerpo; su excesiva delicadeza depende de su debilidad?. A primera vista, pudiera pensarse que una persona con ?amor propio? es fuerte y firme, y con una alta estima de sí mismo. Pero esto no es así, sino al contrario: al ser una persona que se conoce muy poco a sí misma, no sabe cuáles son sus debilidades, ni tampoco, cuáles son sus fortalezas. El ?amor propio?, al estar asentado en el ánimo, es débil, pues cualquier variación de su ánimo lo conecta con sus falsas perfecciones, o bien, con el estado miserable como se siente.
NAPOLEÓN, dijo: ?Nuestro más peligroso consejero es el amor propio?. Y no podía ser de otra manera, pues siendo el ?amor propio? algo tan delicado y débil, jamás podrá aconsejarnos ante situaciones que requieren de la objetividad y de un realismo crudo, y de un reconocimiento del verdadero tamaño de nuestra valía personal.
Además sucede algo muy pernicioso cuando padecemos de ?amor propio?: que siempre nos conduce a la pereza. Quien padece de esta deficiencia del ?amor propio?, falsamente se siente merecedor de todo, y al merecerlo todo, no necesita esforzarse por nada. Es casi imposible encontrarnos con personas verdaderamente activas, resueltas y valientes ante las dificultades, que padezcan de esta delicadeza y debilidad de ánimo que es el ?amor propio?.
Critilo piensa, que sí podemos curarnos de este mal, siempre y cuando estemos totalmente dispuestos a entregarnos mucho más al servicio de las personas; y además, a ver en cada una de ellas un valor y una dignidad a toda prueba. Si damos cabida en nuestro corazón a otras personas, nuestro mundo no quedará reducido a nosotros mismos. Esta entrega a los demás, nos hará mejores conocedores de la condición humana, y al ser mejores conocedores de los otros, lo seremos, de nosotros mismos.
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