La burla es, a menudo, la indigencia del espíritu
Para ARISTÓTELES, lo contrario a irritarse es el tranquilizarse; y es que la ira es contraria a la serenidad. Nos resulta absolutamente imposible estar serenos y a la vez, sentir ira. La ira la sentimos contra los que nos han hecho un mal o a personas muy cercanas a nosotros afectivamente. Sentimos ira cuando hemos sido despreciados. Pero quienes nos han hecho un mal de manera totalmente involuntaria o habiendo querido hacernos un bien, no sentimos la menor ira.
En algún sentido, ?La ira es como una locura?, como bien lo expresó el poeta HORACIO. Y por desgracia, tenemos tan poco control sobre la intensidad de nuestra ira, coraje, que el mismo HORACIO nos previene de lo que puede suceder: ?El que no modera su ira, querrá más tarde no haber hecho lo que el dolor y el ánimo le hicieron hacer?.
Los que nos han causado un mal y acuden a nosotros manifestando su arrepentimiento y solicitando nuestro perdón, casi siempre logran extinguir o menguar nuestra ira, dado que los humanos somos muy proclives a perdonar a aquellos que se entristecen por lo que nos hicieron. En cambio, el que nos ha dañado y además se jacta y burla de ello, enciende nuestra ira al máximo grado. Y es que esta clase de conducta la consideramos como una desvergüenza, una burla a nuestra dignidad y un desplante de soberbia. Las graves venganzas ocurren cuando se da este tipo de actitudes.
El alemán LICHTENBERG, observó: ?Muchos ven la virtud más en el arrepentimiento por las faltas cometidas que en el hecho de evitarlas?. Y así sucede cuando hemos sido despreciados, dañados o ultrajados: si al que cometió estos actos lo vemos arrepentido, nuestro corazón se conmueve, pues le atribuimos alguna clase de virtud al ofensor. El arrepentimiento ejerce un poderoso efecto, porque demuestra un ?remordimiento aceptado?, tal y como lo notó JOHN STENLING, en su obra ?El Penitente?.
La burla por parte del que nos ha dañado u ofendido, aumenta nuestra ira. El francés, LA BRÜYERE en su excelsa obra, ?Los Caracteres?, nos revela la esencia de este problema: ?La burla es la injuria que menos se perdona, ya que es la lengua del desprecio y una de las formas que más se entienden?; y también observó: ?La burla es, a menudo, la indigencia del espíritu?.
DOSTOYEVSKI, en su obra maestra, ?Los Hermanos Karamazov?, nos describe los estragos que las burlas de FIODOR PAVLOVICH KARAMAZOV producen sobre su hijo DIMITRI, quien llega a ser acusado de asesinar a su propio padre. Probablemente, y esto no nos lo han dicho los sicólogos, pero sí en cambio los trágicos griegos como ESQUILO, SOFOCLES, y EURÍPIDES, la burla es una afrenta que traspasa el alma.
En la Biblia, en Números 15.30, nos dice: ?Pero el que obra con descaro, sea ciudadano o forastero, ultraja a YAHVEH, tal individuo será exterminado del pueblo?..? y la misma Biblia en Romanos 6.21, expresa: ?¿Qué frutos cosechaste entonces de aquellas cosas que al presente te avergüenzan? Pues su fin es la muerte?.
Toda burla del ofensor sobre el ofendido, es la desvergüenza de quien manifiesta su total falta de arrepentimiento, y además, del gusto que siente por la ofensa y daño cometido. Y también, revela la falta total de conmiseración por el acto cometido y el desprecio a cualquier intento de que el ofendido pudiera cobrar venganza. En el fondo, cuando un ofensor se burla de lo hecho, le está declarando al ofendido, que lo considera un cobarde y un ser despreciable.
Critilo sabe, que todos los seres humanos con frecuencia caemos en la ira, en el sentimiento de coraje; y esto es algo muy humano, y muchas veces saludable, pues si sabemos expresar nuestra ira con cuidado y con prudencia, le hacemos ver al otro nuestro enojo y molestia, y mejor, si le explicamos la razón de nuestra ira.
Pero ofender, humillar, despreciar, ultrajar sin sentido, es sellar nuestra propia condena. Cuando alguien nos causa graves males, podría ser natural responder con ofensas; pero este tipo de situaciones es muy rara en la vida. Lo prudente es manifestar nuestra ira con cuidado, con mucho cuidado. Y si hemos ofendido, lo sano es arrepentirnos y pedirle al ofendido su perdón.
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