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Palabras de Poder

Jacinto Faya Viesca

El dolor decrece cuando ya no puede crecer

El dolor, el sufrimiento, son los grandes maestros de la vida. Pero ninguno de nosotros queremos a esos grandes maestros, pues detestamos todo tipo de sufrimiento y más cuando es muy intenso. Las personas que han experimentado profundos sufrimientos saben por experiencia propia, que esos dolores le desgarran el alma. Y aún cuando es cierto aquello de: ?Lo que no me mata me fortalece?, como expresó NIETZSCHE, y ?Aguantar el dolor nos traerá beneficios?, como dijo el poeta OVIDIO, la realidad es que ninguno de nosotros queremos padecer sufrimientos profundos.

Sólo que el problema radica en que ninguno de nosotros va a escapar a fuertes dosis de sufrimiento. El dolor está ya plantado en nuestros corazones desde que nacemos y en algunos momentos de nuestra vida nos mostrará su horrendo follaje. Cómo hacer frente a los violentos dolores, ha sido una pregunta permanente en toda evolución de la humanidad. SÉNECA nuestro magistral maestro que además soportó el quitarse la vida por orden del Emperador NERÓN, escribió una sabia reflexión en un estudio titulado ?Consolación a Helvia?.

?Sabía ?nos dice SÉNECA- que no se deben combatir de frente los dolores en la violencia de su primer arrebato, porque el consuelo sólo hubiere conseguido irritarlo (acrecentarlo); así como en todos las enfermedades nada hay tan pernicioso como un remedio prematuro. Esperaba, pues, que tu dolor agotase sus fuerzas por sí mismo, y que, preparado por la dilación para soportar el medicamento, permitiere tocar y curar la herida. Además, al leer de nuevo las lecciones que nos dejaron los grandes genios acerca de los medios para contener y corregir la tristeza, no encontraba el ejemplo de alguno que hubiese consolado a los suyos, siendo él mismo causa de lágrimas para ellos?.

Los romanos tenían un refrán: ?El dolor decrece cuando ya no puede crecer?. Tratar de consolar al sufriente en sus primeras manifestaciones de dolor, es una insensatez; es como querer curar una herida antes que el mismo dolor físico haya menguado las fuerzas físicas del herido. Toda tristeza tiene que tener su tiempo de luto; es hasta ofensivo para el doliente escuchar del que pretende consolarlo, recibir consejos de calma. La calma y la serenidad están bien para el que no sufre, pero no para el que está pasando por una dura prueba. Dijo el trágico griego ESQUILO, en su obra Prometeo Encadenado, que ?Las palabras son medicinas para el alma del doliente?; pero lo son, siempre y cuando haya pasado un tiempo prudente entre el primer arrebato del dolor y las palabras del consuelo.

Probablemente, el pensamiento más profundo que yo jamás haya leído ante la necesidad de consolar a otro, son las palabras que NIETZSCHE escribió: ?De todos los medios de consuelo no hay ninguno tan eficaz para el que lo necesita como la afirmación de que, para su caso (del que está sufriendo), no hay consuelo. Hay para él, en estas palabras, tal distinción, que inmediatamente yergue la cabeza?.

Critilo nos aconseja que jamás cometamos la grave imprudencia de andar consolando en las primeras manifestaciones del duelo o del dolor; este duelo y este dolor es un campo exclusivo del doliente en el que jamás debemos intervenir, a no ser con nuestra presencia callada y abrazos y gestos de solidaridad. Mucha razón tuvo ROUSSEAU al haber escrito en su novela ?La Nueva Eloísa?: ?Los consuelos indiscretos consiguen únicamente agriar las aflicciones violentas?.

Agradeceré sus comentarios: palabrasdepoder@yahoo.com.mx

Ya está a la venta el libro ?Palabras de Poder?, con la recopilación de las primeras 195 Columnas. Informes: Tel. 712-35-89.

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