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Palabras de Poder

Jacinto Faya Viesca

Cuando deje de vivir, la muerte no tendrá ya nada que ver conmigo.

El poeta español GARCÍA LORCA vivió como pensó: ?Como no me he preocupado por nacer, tampoco me preocupo por vivir?. Y el filósofo EPÍCTETO en un acto de deslumbrante inteligencia advirtió: ?La muerte nunca estará conmigo mientras esté vivo; y cuando deje de vivir, la muerte no tendrá ya nada que ver conmigo?.

Lo queramos, o no, la realidad es que todos, sin excepción, estamos destinados a morir. Y para muchas personas, la muerte no es sólo un bien, sino un acontecimiento que esperan con ansiedad, pues prefieren morir a soportar tantos dolores físicos o sufrimientos morales. Para los creyentes, se aplica excelentemente la máxima de SÉNECA: ?Ese día que temer como al último es el del nacimiento a la eternidad?.

Desde el punto de vista de la conciencia y de la propia biología, se aplica a la perfección la máxima de WARHOL, que escribió: ?No creo en la muerte porque uno no está presente para saber qué en efecto ha ocurrido?.

Siempre he sentido una gran admiración por uno de los pensadores más profundos de la historia. Se trata de EPICURO. Este sabio escribió una asombrosa reflexión, que aunque sea un poco larga no puedo dejar de transcribirla íntegramente, pues le ha dado fuerza a incontables seres humanos en estos dos mil últimos años. Esto pensó EPICURO sobre la muerte:

?Acostúmbrate a pensar que la muerte nada es para nosotros, porque todo bien y todo mal reside en la sensación y la muerte es privaciones de los sentidos. Por lo cual el recto conocimiento de que la muerte nada es para nosotros hace dichosa la mortalidad de la vida, no porque añada una temporalidad infinita sino porque elimina el ansia de inmortalidad. Nada hay en efecto, en el vivir para quien ha comprendido realmente que nada temible hay en el no vivir. De suerte que es necio quien dice temer la muerte, no porque cuando se presente haga sufrir, sino porque hace sufrir en su demora. En efecto, aquello que con su presencia no perturba, en vano aflige con su espera. Así pues, el más terrible de los males, la muerte, nada es para nosotros, porque cuando nosotros somos, la muerte no está presente y, cuando la muerte está presente, entonces ya no somos nosotros. En nada afecta pues, ni a los vivos ni a los muertos, porque para aquéllos no está y éstos ya no lo son. Pero la mayoría unas veces huye de la muerte como del mayor mal y otras veces la prefiere como descanso de las miserias de la vida. El sabio, por el contrario, ni rehúsa la vida ni le teme a la muerte; pues ni el vivir es para él una carga ni considera que es un mal el no vivir. Y del mismo modo que del alimento no elige cada vez el más abundante sino el más agradable, así también del tiempo, no del el más duradero sino del más agradable disfruta. Quien recomienda al joven vivir bien y al viejo morir bien es necio no sólo por lo agradable de la vida, sino también por ser el mismo el cuidado del bien vivir y del bien morir.

Critilo nos pide que hagamos nuestra la reflexión del trágico griego EURÍPIDES, quien escribió: ?El decreto divino es que todo lo que nace debe morir?.

Agradeceré sus comentarios: palabrasdepoder@yahoo.com.mx

Ya está a la venta el libro ?Palabras de Poder?, con la recopilación de las primeras 195 Columnas. Informes: Tel. 712-35-89.

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