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Para la Libertad

Patricio de la Fuente G.K.

“Estoy seguro de que usted está al tanto de que su administración y su país han sido severamente criticados por la falta de voluntad en su empeño por eliminar el control que el estado ruso ejerce sobre la prensa”, espetó Gavin O’Reilly, presidente de la Asociación Mundial de Periódicos al premier ruso Vladimir Putin durante el 59 Congreso Mundial de Periódicos que recientemente se celebró en Moscú. Ante 1700 editores de 111 países reunidos en el Kremlin, O’Reilly arremetió nuevamente en contra del jefe de Estado cuando afirmaba que muchos miembros de su asociación se habían preguntado si Rusia sería el lugar adecuado para celebrar tan magno evento.

La realidad, queridos lectores, parece ser otra: aunque no todos los medios son controlados por el Estado, existe libertad de expresión, aunque una imperceptible libertad de prensa. El Kremlin, ejerce un estricto control de la cobertura política, al grado de que el Estado no permite que el régimen sea criticado a través de medios escritos o electrónicos. Curiosamente, en el país ruso existen innumerables diarios dirigidos por reconocidos periodistas que dictan sus propias líneas editoriales, quienes gracias a sus fuentes, obtienen información que puede resultar incómoda para el Estado.

En el marco de este evento, Gavin O’Reilly mencionó ejemplos de ataques a la libertad de prensa que incluso se han dado en los propios Estados Unidos. Lo anterior no debe sorprendernos: en países del primer mundo son constantes las agresiones que se hacen al periodismo crítico e independiente, aquél cuyo objetivo es ser preciso y oportuno. Baste mencionar el caso de Akbar Ganji, disidente iraní de 46 años de edad, quien recibió durante el citado congreso el premio Pluma de Oro, a la libertad de expresión. Ganji fue enviado a prisión por un periodo de diez años a partir de las denuncias que hiciera sobre los asesinatos de intelectuales y escritores durante la década de los noventa en su país, Irán.

Ganji es para mí la perfecta ejemplificación de lo que debe ser un periodista hoy en día: aquél cuyo compromiso con la verdad es derecho y deber irrenunciable. Seres humanos -o rayas en el agua- dispuestos a defender y dar voz a la comunidad, no importando que su integridad física pueda ser vulnerada. Debo mencionar que el iraní no aceptó el premio a título personal, sino como reconocimiento a todos aquellos que están en las cárceles y que han alzado la voz dentro de los regímenes totalitarios aún existentes en la aldea global.

En nuestro país tal circunstancia se repite con frecuencia muy a pesar del llamado “Gobierno del cambio”. Todo esto viene a colación pues hace unos días, el siete de junio, se celebró en México el Día de la Libertad de Prensa, bajo un contexto en donde apenas comienza a florecer la democracia, concepto que debe importarnos, pues va directamente relacionado con el ejercicio de nuestra libertad.

Henry Miller, el escritor americano decía que “un periódico es una nación hablándose a sí misma”. ¿Pero por qué existen los periódicos? Su razón de ser se debe a que el ser humano se encuentra ávido de elementos que reflejen el sentir colectivo y de manera óptima plasmen la realidad comunitaria en la forma más nítida posible. Un diario tiene la obligación de actuar como contrapeso y tornarse en el fiel de la balanza que confiera voz a aquellos que lo demanden. Claro, los medios, como toda institución, son regidos por seres humanos y de ahí la posibilidad de no estar siempre apegados a los principios rectores que en esencia todo periódico debería tener: imparcialidad, objetividad, oportunidad e independencia.

La voz pública es sin duda alguna, un potente afrodisiaco. Muchos colegas han sucumbido ante el canto de las sirenas, pues las canonjías que se ocultan tras el título de “cuarto poder” en ocasiones resultan demasiado atractivas como para ignorarlas.

El ser humano no sabe mantenerse en equilibrio y bien lo dijo alguna vez el presidente norteamericano Richard Nixon: “La paz se encuentra en el centro”. En el México actual ávido de justicia y cambio, en ocasiones percibimos un aparente libertinaje en los medios de comunicación, ya que algunos pasaron, de ser canales de propaganda del régimen en turno, para convertirse en “perros sin correa”, a quienes nadie les pide cuentas. Por esa circunstancia el lector no debe bajar la guardia, es decir, demandar de los medios aquel periodismo vertical que más se acerque a la objetividad y que nos haga ser más justos en nuestro diario andar.

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