Invitación a la lectura
La Roma Oriental ha quedado para nosotros completamente eclipsada por la occidental; con poca ventaja para la percepción de la totalidad en el desarrollo de la humanidad europea. Pues de los dos soles, la Roma Occidental y la Roma Oriental, nacieron los dos sistemas solares, el de la Europa Occidental y el de la Europa Oriental, ambos hostiles, pero cuyos planetas durante mucho tiempo compenetraron y juntaron sus órbitas, aunque luego se separaron tan completamente que el habitante de un sistema ha llegado a olvidar en ocasiones por completo la existencia del otro. Sólo así se explica que un historiador de tan fina intuición como Ferdinando Gregorovius haya podido incurrir en el error histórico de escribir una historia de la ciudad de Atenas en la Edad Media, como complemento de su historia monumental de la Ciudad de Roma en la Edad Media. ¡Cómo si el paralelo: Roma-Atenas estuviera todavía en vigor en la Edad Media, y no más bien el otro: Roma-Constantinopla! Atenas, mísero rincón provinciano y lugar destierro, experimentaba el inmerecido honor de una amplia manifestación histórica mientras que la metrópoli del Bósforo desaparece en la niebla del olvido ante los ojos del investigador, deslumbrado por el histórico nombre. La historia de Bizancio quedó sin escribir. He aquí un hecho característico que demuestra hasta qué punto la Constantinopla medieval desapareció del campo visual del europeo, así como del imperio del que era capital y del que ?en circunstancias distintas? todavía lo es.
No hemos de entrar aquí a investigar las causas de por qué los eruditos de Alemania han permanecido tan ajenos al mundo bizantino. Es tanto más extraño este hecho cuando que precisamente en Alemania fue donde primeramente la investigación científica se orientó hacia Bizancio. Alemanes del Sur fueron casi exclusivamente los que se anticiparon en este sentido. Y así como Tubinga en el siglo XVI, fue Munich en el siglo XIX un centro de bizantología ?no de bizantinismo-. Pero, a pesar de todo, estos estudios no han llegado a ser ni en Alemania ni en Austria tan populares como lo son, por ejemplo, en Francia. Las antiguas relaciones de Francia con el Oriente y el refinamiento de su cultura propia han sido causa de que sienta gran atracción hacia aquel mundo ?cuya manifestación de lujo puede competir con la cultura francesa? y un notorio interés por las cosas y los hombres bizantinos. No sólo ensayos científicos populares sino también novelas, desarrolladas en ambientes bizantinos, han encontrado en Francia la mayor resonancia y aceptación. No se conoce allí el prejuicio con que en Alemania tropieza todo lo bizantino. Y ?seriamente hablando? en un pueblo tan libre y orgulloso como es el francés ¿habría de existir tanto entusiasmo por los bizantinos y tanta sensibilidad por sus encantos, si aquellas gentes hubieran sido realmente unos ?¡insulares mojigatos!?, como generalmente se les califica en Alemania?
K. DIETERICH. FIGURAS BIZANTINAS, REVISTA DE OCCIDENTE. MADRID.