Invitación a la lectura.
Aunque me encuentro un poco solo con la marcha de mi viejo amigo, alabo, sin embargo, el que fije su residencia en Cumas y regale un ciudadano a la Sibila. Es la entrada de Bayas, y sus agradables costas son un encantador retiro. Para mi gusto queda la Suburra después la Prócida. ¿Pues qué lugar podría haber tan desolado para que no considere aún peor el terror que te producirían los incendios, los continuos derrumbamientos de casas, los mil peligros de la despiadada ciudad y los poetas recitadores en pleno agosto?
Y mientras toda la casa se acomoda en un solo carro, Urbico se detiene bajo las antiguas arcadas junto a la puerta Carpena. Aaquís es donde Numa celebraba nocturnas entrevistas con su amiga; ahora las fuentes sagradas, el bosque y los santuarios, están arrendados por los judíos, cuyo único mobiliario se compone del cuévano y el heno (pues todo árbol está obligado a tributar al tesoro público) y esta fronda de donde se ha expulsado a las Musas, se ve obligado a mendigar.
Bajamos al valle de Egeria y a sus grutas, tan distintas de las grutas de verdad. ¡Cuánto más favorable se sentiría la presencia divina en esta agua, si el césped las ciñera con orillas verdegueantes y si los mármoles no deshonraran la piedra nativa!
Entonces Urbico dijo: ?puesto que en Roma no hay lugar alguno para las profesiones honestas, ni recompensa para las fatigas y lo poco que se tiene es menos hoy que ayer y mañana amenguará, me he propuesto marchar a donde Dédalo se despojó de sus alas fatigadas. Mientras comienzo a encanecer, mientras mi incipiente vejez es firme, mientras a Laquesis le quede qué tejer para mí, mientras aún me sostenga sobre las piernas sin que tenga que apoyar la diestra en ningún bastón, yos abandono mi patria. Que vivan aquí Artorio y Catulo; que se queden los que cambian lo negro en blanco, los que encuentren facilidad en andar pujando por los templos, por los ríos, por los puentes, por las cloacas sucias, por los cadáveres que hay que llevar a la pira; que se queden los que exponen esclavos en venta bajo la lanza soberana. Antes eran tañedores de cuerno y personal fijo de las luchas de circo; sus mofletes hinchados eran conocidos en todas las ciudades; ahora organizan ellos los juegos y cuando el pueblo lo ordena, volviendo el pulgar hacia abajo, matan a las gentes; salen de allí y pujan por las letrinas públicas. ¿Y por qué no, si lo son todo, como aquellos sacados de su bajeza por la fortuna y elevados por ella a la cúspide los hombres, tantas veces como quiera divertirse.
PERSIO Y JUVENAL. SÁTIRAS COMPLETAS. OBRAS MAESTRAS.