Hace tres semanas, cuando tres personas fueron ejecutadas en dos días en la Comarca Lagunera, el gobernador Humberto Moreira declaró que no había que alarmarse, que Coahuila es uno de los estados más seguros del país.
Quizá lo es, si lo comparamos con otros estados en donde hechos violentos se han convertido en parte de la vida diaria. El problema es que parece que esa violencia comienza a mudarse a Coahuila.
El intento de asalto al senador Guillermo Anaya en la carretera 57 en su tramo Sabinas-Piedras Negras da motivo para alarma. Hasta ahora no se sabe si era un genuino intento de secuestro o un simple asalto en la carretera. Pero un asalto con dos vehículos persiguiendo a la víctima en una de las autopistas más transitadas del estado no es un asalto cualquiera.
Ignoramos también si los asaltantes, que no han sido ubicados, sabían que en la camioneta que perseguían viajaba un senador cercano al próximo Presidente de la República. Pero dada la prominencia de Anaya en la vida pública del estado, hay motivos para sospechar que el intento de asalto no fue una simple casualidad.
En el año, cinco personas han sido ?levantadas? y desaparecidas en Coahuila. Dos agentes ministeriales en Saltillo, un periodista en Monclova, un comandante policiaco en San Juan de Sabinas y un comerciante en Piedras Negras.
Hay que considerar también la zona donde ocurrió el intento de asalto. La parte norte del estado es territorio fértil para el narcotráfico. Esa zona está en riesgo de convertirse en uno de los lugares más inseguros del estado.
Lugares comunes ya no satisfacen como explicación. El Gobierno Estatal está obligado a investigar a fondo y dar explicaciones creíbles sobre la inseguridad de esa región.
Pero el hecho de fondo es una amenaza a la libertad de tránsito, incluso para un representante popular viajando entre reuniones con sus electores. Si ellos no están seguros, poco podemos esperar el resto de los ciudadanos.