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Peligros... ¿nos acechan?/Las laguneras opinan...

María Isabel Cobo Celada

La noticia y el peligro que encierra la militarización de la frontera sur de Estados Unidos, ha sido tema, toda la semana, de preocupación para México.

La guardia nacional de dicho país, es la que llevará a cabo esta decisión, inusual, controvertida, inamistosa, por parte de los vecinos, que seguramente traerá caos y blindará la frontera.

El Artículo primero de la Constitución de los Estados Unidos, establece, que ésta es una fuerza militarizada, entrenada al igual que el Ejército, con la que cuenta cada uno de los estados de ese país; y que su mando, en primera instancia, corresponde a cada uno de los gobernadores tanto y cuando sean tiempos de paz.

En 1903, el Congreso, le dio oficialmente el nombre de Guardia Nacional, y definió sus funciones. La caracterizó como la primera fuerza de reserva del ejército nacional de los Estados Unidos, y tiene una doble misión: una estatal y otra federal. A nivel estatal, es intervenir para aliviar a las comunidades en situaciones de emergencia, debida a catástrofes o imponderables de la naturaleza, y a nivel federal, su misión es mantenerse bien entrenadas y equipadas, listas para movilizarse rápidamente en caso de guerra o emergencia nacional.

En el caso que nos ocupa, al no estar en guerra con México, decidió Estados Unidos movilizarla por el segundo supuesto: “por una emergencia nacional” de su frontera sur, ya que a través de ésta, se están introduciendo alrededor de treinta mil “ilegales” cada mes; la mayoría son mexicanos, por ello la preocupación de México, sin embargo, nada se puede hacer al respecto. Estados Unidos, dentro de su territorio, hará lo que quiera y a nadie le pedirá permiso -si no lo pidió para arrasar con Irak, en donde han perdido la vida más de ciento cincuenta mil civiles- es risible cualquier oposición sobre el tema.

México, en vez de preocuparse de esta medida y de las vallas y muros autorizados, debe ocuparse en generar más empleos, ya que sin empleos, continuará la migración y está correrá graves peligros, -aún más-, por que esta Guardia Nacional está entrenada y tiene permiso para matar... peligro que nos acecha irremediablemente.

Sin embargo, en este momento, existen otros peligros para México y están dentro del país mismo, adentro de sus fronteras. La contienda electoral presidencial, arisca y beligerante, es prueba de ello. El debate entre los candidatos a base de descalificaciones en vez de ideas y propuestas pone al país en riesgo, en verdadero peligro.

El que se lleva las palmas es Felipe Calderón; si llega a ganar la elección, pagará caro su perversidad al tildar de peligro a López Obrador. Para ganar una elección, no se puede generar miedo, a costa de otra persona, que está ofreciendo otra oferta política; ello denota su falta de oficio y de respeto a la pluralidad y a la democracia. Su falta de experiencia, y envalentonado como está, por el dale y dale, del jinete sin prudencia, del caballo desbocado, del mismo camino lleno de baches, y de encuestas sesgadas, le impide medir que provocar miedo genera violencia y además, en este caso concreto, ira, encono y resentimiento. Le impide igualmente medir, que en caso de ganar las elecciones con este discurso, el consenso, el diálogo, la inclusión, serán claves para la gobernabilidad. ¿Y como hará para conseguirlos? El efecto de la perversidad nunca trae nada bueno y tiende a cobrarse… la factura está por hacerse.

López Obrador, maleducado como es él y aturdido por esta beligerancia perversa y orquestada, que lo está minando poco a poco, ahora si producto de un complot, hasta la embestida mortal que tarde que temprano le darán, busca desesperadamente cómo defenderse, y le pasa lo que a Pedro el pastor con el lobo, los del poder del dinero y de los medios, no le creen, apanicados y azuzados como están.

Mientras tanto, Madrazo, con muy mala prensa y muchos enemigos dentro y fuera de su partido, está agazapado, a la expectativa… su experiencia le dice, que esto no se acaba hasta que se acaba.

Como efecto de este ambiente político, a México lo acecha otro gran peligro, el resultado de las elecciones y la credibilidad sobre estas.

Es por ello que México, más que nunca, requiere de un voto mayoritario y razonado para elegir al nuevo presidente. Un voto que tenga la sabiduría de elegir a quién tenga mayor oficio político. Un voto que legitime al próximo presidente. Un voto que fortalezca al país y a los mexicanos. Un voto que convoque a la unidad, al trabajo, a la generación de empleos. Un voto que contemple el gasto social. Un voto que refleje que México es para todos.

Aún estamos a tiempo. El jinete y el caballo deben atemperarse. El cambio del discurso se requiere por parte de todos los candidatos… Aún hay tiempo para pensar. Aún hay tiempo para evaluarlos.

Si no es así, quizás, sea necesario enfrentarnos a un nuevo peligro que nos acecha: “tocar fondo”.

No lo sabemos y a la mejor, habremos que vivirlo… La historia nos lo contará…

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