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Pequeñas especies / EL DESEO DE VIVIR

M. V. Z. Francisco Núñez González

Fue el más pequeño y débil de sus hermanos, por lo tanto la madre tenía preferencia por los otros cachorros y él se quedaba prácticamente sin comer, así funciona la ley de la vida en los animales, donde el mejor adaptado y el más fuerte es el que llega a sobrevivir.

Así sucedió con ?Oso? un pastor alemán que se quedó atrás en su desarrollo, comparado con sus hermanos, afortunadamente sus dueños le dieron la oportunidad con los cuidados y atenciones más que necesarios para lograr sobrevivir. Cuando conocí a ?Oso? contaba con dos meses de edad aproximadamente, lamentablemente no caminaba, en cambio sus hermanos eran unos excelentes ejemplares de pastor, fuertes, inquietos y muy vivarachos. Al examinarlo por primera vez me di cuenta que padecía de un problema en la columna vertebral y posiblemente nunca caminaría. Esperaba la pregunta obligada... ¿Sería más conveniente dormirlo para que no sufriera? Yo debía contestar afirmativamente, pero de inmediato vi la mirada de amor y ternura hacia su cachorro por parte de la señora, que comprendí que por ningún motivo debería de sugerir ni la más remota idea de sacrificarlo. Seguí viendo a ?Cheche? como le dicen hoy de cariño a ?Oso?, hasta completar su esquema de vacunas, para llevarlo a la clínica hacían un recorrido de más de cincuenta kilómetros ya que sus dueños no viven en la ciudad, creció y se desarrolló un poco menos que un pastor alemán, sólo que nunca le fue posible caminar. Les sugerí una silla de ruedas para perros parapléjicos, pues sus extremidades posteriores jamás respondieron y la manera de trasladarse era arrastrándose.

Pasaron los meses y no supe por un tiempo de ?Cheche?, hasta que un día en la sala de espera del consultorio se encontraba la familia junto con su perro en una silla de ruedas hechiza, parecía volar en ella, aunque era muy rústica e incómoda, era lo ideal para un perro con parálisis, al examinarlo me di cuenta de un enorme tumor en la región perineal, aproximadamente al tamaño de una toronja, y desafortunadamente seguía creciendo, así que era indispensable la cirugía. Debido al gran tamaño del tumor hubo necesidad de quitar gran parte de piel, por lo tanto el proceso de recuperación se dificultó y hubo que volver a suturar en dos ocasiones. A causa de las curaciones e inyecciones ?Cheche? no quiso saber más de la silla de ruedas y fue feliz arrastrándose, los dueños en ocasiones se quejaban de su comportamiento, constantemente persigue a los repartidores de gas y por lo tanto ya no quieren ir a la casa a surtir, un perro que al principio era sumiso y tranquilo, ahora resultaba todo lo contrario, inquieto, inteligente, noble y todo un guardián.

Hace unos días regresó a consulta, ahora tenía una gran inflamación en el escroto, resultado de arrastrar su cuerpo para su movilización, además del medicamento les sugerí nuevamente la silla de ruedas, cual va siendo mi sorpresa que ya la tenía, fue una odisea comprarla me platicaban sus dueños, la mandaron pedir a Washington, la enviaron a Los Ángeles, de ahí a Eagle Pass y la recogieron en Laredo, la famosa silla tuvo un costo de ochocientos dólares, se encuentra perfectamente equipada, con sus varillas cromadas de acero inoxidable, sus bandas elásticas ajustables, ruedas especiales, pero, jamás ha querido hacer uso de ella. ?Cheche? cuenta con casi tres años de edad, aún sigue utilizando pañales desechables y continúa siendo el consentido de la familia.

No cabe duda que el amor hacia los animales soluciona los impedimentos que para otros sería imposible superarlos, cuanto me alegro de no haber sugerido la eutanasia a un perro que gracias a sus dueños le fue posible el deseo de vivir.

Pasó un año más sin ninguna novedad, después empecé a recibir constantemente las llamadas por parte de su dueña, ?Cheche? presentaba problemas gastrointestinales y no cedían aún con los tratamientos, al realizar la química sanguínea mostraba altísimos valores de creatinina y urea lo cual me indicaba problemas de una insuficiencia renal, se modificó la alimentación y se administró medicamentos para contrarrestar la intoxicación que sufría su propio organismo a causa del mal funcionamiento de sus riñones, su dueña entendía perfectamente la situación ya que ella también padecía de problemas renales.

En una ocasión me habló por teléfono, se oía desesperada, incluso la situación le había provocado ciertos problemas con su familia, pues se dedicaba día y noche para cuidados de su perro.

Sabía cuál era el siguiente paso, sólo que para estar seguro le pedí que me llevara a ?Cheche? a valorarlo. Al tenerlo frente a mí confirmé mis sospechas, se encontraba deshidratado, aún y con el suero intravenoso día y noche, su expresión reflejaba dolor y al confirmar sus estudios de laboratorio que por cierto los realizaba cada tercer día, indicaban que su problema renal empeoraba, así que por primera vez sugerí la eutanasia, tenía semanas sin probar alimento por sí mismo, además de que su peso se había reducido a la mitad sabíamos que jamás se recuperarían sus riñones y que también el sufrimiento era para ella y su familia, con todo el dolor de su corazón y con algo de llanto aceptó la eutanasia.

?Cheché? vivió muy feliz a pesar de su problema de parálisis, lamentablemente sus riñones se rindieron antes de tiempo.

Pasaron algunos meses y recibí una llamada telefónica de parte de la señora, la escuché muy contenta, ¿qué cree doctor? No tenía ni idea, me quedé callado y me dijo, me acaban de regalar otro perrito, es hijo de los mismos papás de ?Cheche? y qué cree, tampoco puede caminar, tiene el mismo problema que mi ?Cheche?, sólo alcancé a felicitarla, pero estoy seguro que no salió muy efusiva mi congratulación.

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