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Pequeñas especies / ?LECTORES, AMIGOS Y PACIENTES?

M. V. Z. Francisco Núñez González

Hace unas semanas celebré el décimo aniversario de haber iniciado en este diario de gran prestigio, la columna Pequeñas Especies. Ha sido realmente un privilegio y a la vez un compromiso escribir para personas tan cultas que sienten amor hacia los animales o se han identificado con alguna historia o anécdota de su mascota.

Por este conducto agradezco su predilección, siendo éste el estímulo más importante para continuar compartiendo nuestras experiencias en esta labor tan bella.

En ningún momento me he considerado escritor o algo por el estilo, realmente ha sido todo un reto, me viene a la memoria mis inicios de veterinario en el campo, atendiendo aves, cerdos y vacas, y ahora me encuentro cómodamente sentado frente a la computadora en el consultorio, aprovechando cualquier rato para escribir y a contrarreloj enviar al periódico el presente artículo, donde afortunadamente contamos con el departamento de redacción que nos hace el favor de corregir los errores de ortografía, donde me considero un experto. Durante estos años que he pretendido escribir, ha crecido mi admiración para los escritores de pluma fina, pues sólo intentándolo nos damos cuenta que es una hermosa y difícil vocación.

En la profesión de veterinario, se viven tantas experiencias que he querido compartirlas con todas aquellas personas que poseen alguna mascota o alguna vez la tuvieron, o sencillamente son gente noble de corazón y de buenos sentimientos.

Al escribir sobre las anécdotas de mis pacientes, he tratado de ocultar la personalidad de los dueños omitiendo su nombre, aunque la mayoría de las ocasiones se reconocen, y hasta hoy afortunadamente no he tenido reclamo alguno, al contrario, creo que les agrada volver a recordar las anécdotas de su mascota, aunque lamentablemente en ocasiones no siempre se tenga un final agradable como ellos hubiesen deseado.

Una de las satisfacciones que recibo al escribir sobre mascotas, es cuando un cliente o algún amigo me hace comentarios sobre una historia o anécdota que le agradó, y es cuando volvemos a recoger baterías para dedicarle de nuevo, horas enteras para el siguiente artículo del próximo domingo.

Así que mientras siga ejerciendo como veterinario de mascotas, continuaré compartiendo las experiencias vividas y con todo el respeto que me merece el dueño del animalito, seguiré publicando sus historias esperando sean de su agrado.

A lo largo de veintiocho años dedicados a la clínica veterinaria, he logrado reunir algunas experiencias, y gracias a las anécdotas que he escrito en el periódico durante estos diez años, he llegado a concluir mi primer libro de Historias y Anécdotas de mis Pacientes.

Aún recuerdo el primer artículo que escribí y lo que más me intranquilizaba en ese entonces, era: ¿será del agrado de la gente? Después de diez años, me he seguido haciendo la misma pregunta cada semana cuando envío el escrito al periódico.

En ocasiones me he preguntado, cuál será la causa de que un veterinario sin experiencia en escribir alguna historieta o un artículo para el periódico, haya logrado que cuatro lectores le sea de su agrado esta columna, y he llegado a la conclusión, que probablemente sea, que en lugar de escribirla con la mano, lo he hecho todo el tiempo... con el corazón.

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