?Doly? visitaba regularmente la clínica para servicios de estética y para la aplicación de vacunas, se trataba de una perrita Cocker Spaniel de color miel de unos seis años de edad aproximadamente, contaba con un carácter dócil y agradable, parecía gozar con las visitas al veterinario, siempre alegre agitaba su pequeño rabo como saludando con gran gusto.
Los dueños de ?Doly? un matrimonio de setenta y tantos años de edad la llevaban a la clínica siempre juntos puntuales como un reloj para la aplicación de vacunas y sobre todo para su inyección anticonceptiva, se notaba el cariño y el buen trato hacia su mascota, era recíproco el sentimiento.
Era una pareja de dulces ancianos, aunque contaban con hijos y nietos que los frecuentaban con regularidad, hacían su vida independiente formando una sola familia de tres miembros, en una ocasión se encontraban de viaje los dueños de ?Doly?, habían dejado a su mascota a cargo de sus nietos, en la madrugada recibí una llamada telefónica se trataba de ?Doly?, la notaron ?rara? le habían encontrado en el hocico un sobre de veneno para ratas, inmediatamente me trasladé para su domicilio, se encontraba toda la familia despierta y afligida, creo que era más la preocupación por las cuentas que tenían que entregar a los abuelos que por la misma mascota, que afortunadamente no resultó con secuelas de gravedad reponiéndose de una manera rápida después del tratamiento.
Pasaron los años y ?Doly? fue llevada a la clínica solamente acompañada de su dueña, lamentablemente su esposo había fallecido, continuaron las visitas por algunos años más con la misma puntualidad de siempre gozando de una salud extraordinaria, mientras con la dueña pasaba lo contrario, cada vez mermaba más su salud y se le dificultaba llevar a su mascota al veterinario, sin embargo eso la mantenía activa y sentía una gran responsabilidad de tener a ?Doly? en un estado de perfecta salud, siempre limpia con su corte de pelo estilizado. La dueña de ?Doly? de vez en cuando mencionaba su padecimiento del corazón sin darle mucha importancia, su esposo se había adelantado, decía, pero pronto le haré compañía, lo único que me preocupa es mi querida ?Doly?, -qué será de ella cuando yo le llegué a faltar, pensaba en voz alta. La veía animada y elegante en sus visitas a la clínica, la trataba de animar con algunas palabras de aliento, con su sonrisa y el silencio me daba entender que sólo era eso, palabras de aliento.
Pasaron algunos meses y ?Doly? llegó un poco menos alegre que de costumbre, por años fue siempre acompañada por esa pareja de ancianos, pero en esta ocasión era una de las hijas de ese matrimonio quien la llevaba, resultando ser lo que temía, había fallecido su querida dueña.
?Doly? visitó dos o tres ocasiones más la clínica y dejó de ir para siempre. No solamente sentimos la pérdida de un paciente cuando muere, también nos causa gran aflicción la pérdida de su dueño que por años cultivamos una relación de respeto y armonía siempre hablando de cosas positivas y de las cosas más maravillosas que queremos y poseemos en la vida... ¡Las mascotas!